Lady of Casterly
“La misiva”
Interior.
Estancias Tywin y Joanna. Día.
Los
días pasaban rápidos y tranquilos desde el nacimiento de los mellizos. La
alegría había vuelto a la Roca; en realidad esto había ocurrido cuando tomó a
su prima Joanna como esposa –pensó Tywin.-
Sus
pasos tranquilos se dirigieron a los aposentos donde su mujer amamantaba a sus
hijos, la negativa a que lo hicieran por ella fue rotunda por más que la
hubiesen insistido en que una dama de su posición no debía ocuparse de esas
tareas, ni siquiera Genna había podido convencerla, - no permitiré que los críe
otra mujer- había sido su única respuesta. Tywin sonrió con levedad, no cabía
duda de que era una auténtica leona.
Empujó
la gran puerta de roble macizo con una sola mano y entró en la alcoba.
Joanna
no estaba allí, tampoco había señal de los niños ni de nadie del servicio; las
ventanas abiertas permitían que una ligera brisa se filtrara entre los cortinajes
y refrescara la estancia.
Lord
Tywin arqueó una ceja con cierta expresión de molestia, le desagradaba de un
modo profundo que las cosas salieran de forma diferente a como él las planeaba.
Caminó
hasta las cunas de sus hijos y tocó las sábanas, aún estaban calientes, junto a
ellas, a modo de custodio, descansaban unos balancines de madera con forma de
corcel que había mandado tallar justo después de su nacimiento. Su esposa había
reído cuando los vio llamándole impaciente y aludiendo a que todavía habrían de
pasar unos años antes de que pudieran usarlos, el recuerdo le reconfortó.
Estiró los dedos y acarició una de las crines del caballo de juguete.
Iba
a salir de las estancias cuando un pergamino medio enrollado sobre el tocador
llamó su atención, se acercó, lo tomó y lo abrió. Era de la princesa de Dorne.
A lord Tywin jamás le había gustado esa mujer, no podía decir de una manera
concreta el porqué puesto que nunca había tenido problemas con ella. Pero así
era.
La
princesa y Joanna se habían conocido cuando ambas eran doncellas en Desembarco
del Rey al servicio de la reina Rhaella Targaryen. La amistad que se había
forjado entre ambas mujeres perduró después de la marcha de su esposa de la
capital de los Siete Reinos.
Querida Joanna:
No sabéis la alegría que me produjo
enterarme del nacimiento de vuestros pequeños y que todo haya acontecido de un
modo feliz.
Como bien sabéis, yo también tengo un
niño y una niña, Oberyn y Elia, ellos son mi alegría al igual que ahora lo
serán para vos los mellizos. Sería maravilloso que nuestros hijos se conocieran
y pudieran contraer matrimonio algún día entre ellos, así nosotras seríamos
realmente hermanas.
Me gustaría poder visitaros en
Lannisport, mas de momento, mis obligaciones en la regencia junto a mi esposo
Lewyn me lo impiden, no obstante espero que podamos poner solución a esta
distancia con prontitud.
Deseo tanto que volvamos a encontrarnos,
charlar sobre nuestros días en Desembarco. Soy muy feliz aquí, pero echo de
menos aquellas jornadas y os recuerdo
con frecuencia.
-Los
hombros de lord Tywin se contrajeron y tensaron a medida que avanzaba en la
lectura de la misiva. Los recuerdos que guardaba de la vida de su esposa en la
capital eran desagradables para él y se habían amargado como un mal vino
después de la asistencia del rey a su enlace, el tiempo pasado desde aquello no
le había ayudado a olvidar. No quería que Joanna tuviese relación con nada que
perteneciese a esa época. Tomó aire y volvió a las letras de tinta roja de la
carta.-
Y mirad ahora, vos en Roca Casterly y yo
en Dorne.
Os reitero mi deseo de unir nuestras
casas a través de nuestros hijos, mi felicidad entonces estaría colmada. Os
ruego que consideréis, tanto vos como Lord Tywin, la posibilidad que os acabo
de mencionar, estoy convencida de que a buen seguro esta unión traería alegría,
prosperidad y honor para las familias Lannister y Martell.
Me despido ya con un entrañable abrazo,
y tomándome la libertad de pediros que saludéis a vuestro esposo y beséis a los
pequeños en mi nombre.
Atentamente, vuestra fiel amiga.
Serella.
Princesa de Dorne.
Exhaló
todo el aire que tenía en los pulmones de golpe, su gesto se había endurecido
de forma acentuada. Arrugó la carta en su mano y con el puño cerrado dio un
golpe en el tocador. Varias horquillas volaron por el impacto, un frasco de
perfume cayó al suelo y estalló en mil pedazos derramando su contenido en el
suelo de piedra filtrándose en sus grietas, un olor intenso y casi sofocante a
flores inundó de manera repentina toda la estancia. –por encima de mi cadáver-
pensó Tywin tensando la mandíbula.
Con
los dedos rígidos aflojó el cuello de su jubón de cuero vino.
Oyó
los pasos a su espalda antes del cerrarse de la puerta. Giró sobre si mismo y
encontró a su mujer con el ceño fruncido. Joanna llevaba la mirada de su puño
apretado al tocador y de ahí al suelo.
- ¿Qué
significa todo esto, Tywin? ¿Y qué haces con esa carta en la mano?
Continuará
…
Ropadeletras.
‘Lady
of Casterly’
18-04-14
Madrid.
Todos
los personajes y lugares son propiedad de George RR Martin.
Nota de autor: Aun buscando y hasta
con ayuda, no he encontrado el nombre de la princesa de Dorne en ningún sitio. Las
musas me sugirieron entonces uno, ‘Serella’; ese es el que me voy a tomar la
licencia de ponerle al personaje. Espero que os guste tanto como a mí. En realidad
lo espera mi ego, era una forma de hablar.
Gracias por estar ahí.