Soy un uno en eneagrama... Un uno con instinto de supervivencia ciego, y con mucho ego.
Mi amigo Pedro Espadas dice que el ego es como un perro al que hay que cuidarlo, educarlo, y darle de comer.
Al final hay dos finales para el cuento:
Hay perros que cuando se muere su amo si no tienen nada más a mano, antes de perecer de hambre se lo comen. Otros, cuando fallece el dueño, se van a su tumba y no se mueven de allí hasta el final.
Con el ego pasa igual.
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