- ¿Puedo ver el partido contigo?- Dijo asomando la cabeza por la puerta. -Claro, siéntate-. -Vale, pero primero me voy a fumar un cigarro para no llenar todo de humo-. Sacó un paquete de tabaco del bolsillo y se dio la vuelta para salir. -A mi me da igual que te lo fumes aquí-, -ya pero si algún día me voy y recuperas el despacho, no quiero que el aire huela a tabacazo-. -Pues si es por eso, ojalá apeste siempre-.
Ella entró, se acurrucó y decidió no fumarse ese cigarro.
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