Ambas se miraron a los ojos tanteándose, se retaban a dar el primer paso. En el caso de Elphiza, rezando para que este fuera en falso.
La cayó una gota de sudor por la sien, pero no se la limpió, los tiempos de preocuparse del decoro estético habían pasado. Dejó que resbalara y torciera hasta el interior de su globo ocular; escocía, aun así, no parpadeó.
Algo parecido a un grito interno, le recomendaba encarecidamente, no apartar los ojos de los colmillos del súcubo.
El cachorro comenzó a gemir en ese momento; débil y lejano, casi inexistente. Elphi se había planteado alejarse sin intervenir cuando vió la escena desde su agujero; pero algo que no supo identificar, la obligó a tomar partido. Necesitaba sacarlo de allí, con vida.
Esto la había llevado a sopesar un par de cosas:
A/ ¿Cómo se lucha contra un súcubo? y B/ ¿qué hubieran hecho en esta situación las mujeres de Dinastía?
El mundo había cambiado demasiado en las últimas dos semanas o eso le habían dicho las tribus de hackers que habían conseguido sobrevivir y seguían informando de a pocos al mundo desde los neo blogs. Eran el nuevo 4º poder. Estaba naciendo una nueva mitología, otra era.
Por ellos supo, que el único agua seguro del planeta, se encontraba secuestrado en las fábricas de Ogo y Fidji...
Se sentía agotada, pero comprendió lo que tenía que hacer. Como cuando manejas en World of Warcraft. Era su única opción. Se armó de valor y pidió clemencia:
"- Yo Elphizia , hija de Tuñón y de Casandra, pertenezco a los escuadrones de ángeles de Sev I, que me envía por ratos perdidos a la vida de gente, para que conserven la fé en el amor incondicional. por eso visto de rosa bailarina y no tengo lazos emocionales fijos. Es mi ser y es desde ese, desde el que te pido llevarme al bebé y que lo permitas. Porque en el fondo recuerdas que un día fuiste mujer y como tal, aun puedes entender el amor y los susurros de las caracolas. Más allá de cualquier cosa que nos separe... Y si no aceptas, tendré que retarte a duelo"
Nunca le habían gustado los cachorros, pero se negaba obstinadamente a dejar a ese pequeño desconocido de su especie, a merced del mal, el dolor y la muerte. Las almas chicas, por puras siempre dejan un cacho en el camino a la cuna de los Dioses. No era justo. Entonces se asustó de verdad, porque supo, que estaba dispuesta a morir con el si era necesario. Osea, una mierda en toda regla.
Decidida a honrar la ocasión, saco de donde no le quedaban, sus fuerzas de trendsetter. Cogió de su mochila de Loewe, que se rajó al correr ante los osos rojos, su frasco de "Amén" de Mugler y se roció la nuca, justo en el hoyo que da paso a la columna.
El súcubo chilló y dió un respingo; aquello no le gustaba, pero ¿qué? el vaporizador? El alcohol? El olor?... de forma instintiva Elphiza le pulverizó con cuidado sobre el cuerpo. el súcubo volvió a retroceder, incómodo, como si le hubieran quemado. Elphiza decidió jugarsela y empezó a perfumarla salvajemente y de paso mojo al cachorro como protección, hasta que el demonio se marchó, renunciando a su presa, ahora pestilente, mientras daba fuertes alaridos.
Ella, aliviada cogió al pequeño y lo envolvió en una camiseta de hormigas de Delfín que llevaba de repuesto en la mochila, del espolio en Claudio Coello el día segundo del nuevo tiempo..
Comenzó a caminar por la desolada y silenciosa avenida, pensando en dar de comer a la criatura. Se llamaría Albus. lo miró y sonrió, el cachorro devolvió la sonrisa y en un segundo se convirtió en suyo. En alguien por quien la cazadora tenía una razón y un deseo de supervivir,de luchar contra los fantasmas y los esperpentos que habían empezado a adueñarse de las noches de ese nuevo mundo.
Pero esa ya, es otra historia...
Fin
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