Vida de una reina
Despierta
Interior.
Aposentos Cersei y Robert. Anochecer.
Cuando
vio que volvía a caer dormido con el gesto y el cuerpo contraído, tuvo que
obligarle a que dejara el cabecero de su cama. Había pasado allí cada minuto
desde que la llevaron a sus aposentos. Los maestres iban y venían con sus
remedios, él, permaneció sentado a su lado en la vasta silla de cuero todo el
tiempo, las únicas ocasiones en las que se había levantado había sido para ir
al retrete.
No
comía, y bebía vino sin parar frotándose las sienes, en silencio.
Cinco
interminables días se había temido por la vida del hijo de la reina. Cuando el
maestre les dijo esa mañana que el niño se salvaría, se había permitido llorar
por primera vez desde el percance.
Esa
noche por fin, Jaime consiguió echar a su hermano pequeño de la habitación de
Cersei, no sin antes prometerle que no la dejaría sola en ningún momento. Como
si pensara hacerlo –murmuró para si mismo al quedarse sólo con ella-.
Cuando
le habían avisado de lo ocurrido, Jaime había corrido a su lado. Empujó a todo
aquel que se puso por delante para impedir su entrada a las estancias de su hermana.
La encontró tendida en la cama, llena de magulladuras e inconsciente; desde que
habían llegado a Desembarco siempre estaba llena de golpes y señales –pensó con
amargura-. Era incapaz de entender por qué todos la odiaban a ella y no a
Robert.
Tyrion
estaba a su lado y en cuanto le vio llegar sólo repitió con voz trémula – Fue
sin querer, fue un accidente, te lo juro.
Jaime
tardó un rato en reaccionar; entonces comenzó a aterrorizarle la idea de que
ella pudiese morir, el niño le preocupaba, pero podrían tener más, todos los
que ella quisiese. Si Cersei moría, nada de lo que habían hecho para estar
juntos habría valido para nada y él se quedaría sólo, vacío. Comprendió cuánto
la amaba, cuánto la necesitaba.
Siempre
la había tenido ahí, ni siquiera se había planteado que pudiese faltarle algún
día; llegaron juntos a este mundo y así se irían, se lo habían prometido.
Le
habían enviado un cuervo al rey Robert. Había tenido que partir al Norte antes
del incidente a reunirse con sus vasallos; apenas llevaba un año en el trono y
habían comenzado a llegar extraños rumores acerca de las islas del hierro. Aún
no habían obtenido respuesta suya, era demasiado pronto, Jaime se alegró de que
fuera así.
Pasaron
las jornadas. Primero supieron que ella viviría; entonces él respiró. Tyrion
no. Su hermano le había explicado todo una de las noches en que la velaban; él
necesitaba que ese niño viviera más que cualquier otra cosa en el mundo; Jaime salía
al balcón, de madrugada siempre, y pedía por el crío, aunque lo hacía más por
sus hermanos que por él.
Suspiró
y la miró dormir. Había paz en su rostro, era tan hermosa que cuando estaba
allí contemplándola el mundo carecía de sentido alguno. Le colocó con suavidad
uno de sus dorados mechones tras la oreja y llevó una mano a su barriga; la apartó
al sentir un golpe, una especie de puntapié, soltó una carcajada al percatarse
de que se había asustado. Era la primera vez que notaba una patada de su hijo,
volvió a acercar la mano izquierda con cuidado y de nuevo le acarició la tripa,
el bebé respondió con otra patada.
- No enfades al León, Jaime. –dijo
Cersei en voz apenas audible-.
Levantó
la cabeza y al ver sus ojos abiertos, sonrió, se colocó a su altura y besó sus
labios.
- Has estado durmiendo mucho tiempo, me
estaba hartando de esperar.
Volvió
a besarla como si no lo hubiera hecho nunca y no pudiera volver a hacerlo más.
- No te vuelvas a dormir, preciosa.
–Dijo sobre sus labios-.
- Ese enano quiso matarnos, a mí y a
nuestro hijo.
- No pienses eso, no es verdad. No se ha
retirado ni un solo momento de tu lado, estaba desolado.
Cersei
frunció el ceño, enfadada. – Eso es mentira. Me quiere muerta, como todos
–protestó-.
- Jajajaja. –No pudo evitar soltar una
carcajada. Con ella volvía a reír aunque no quisiera- Nadie te quiere muerta, y
si alguien lo hiciera, yo mismo me encargaría de matarlo con mis propias manos.
- Quiero agua –dijo Cersei cruzándose de
brazos como las niñas pequeñas.
Es más tozuda que los Baratheon, -pensó
mientras le daba de beber-.
- Te lo juro, Cersei. Tyrion estaba
destrozado.
- Jaime, no hubiera soportado perder a
este niño, a este no, nuestro hijo tiene que vivir y ser rey de los Siete
Reinos algún día.
- Será lo que tú quieras, te lo prometo.
Se
tumbó a su lado para rozar su cuerpo, Cersei estiró los brazos para que la
abrazase y comenzó a besarle, no pudo evitar excitarse con su contacto y con su
olor, a ella le ocurrió lo mismo. Jaime no sabía muy bien cómo reaccionar ante
aquella situación; su melliza lo adivinó y le tumbó, cautivadora; se sujetó la
inmensa tripa y se subió el camisón a la altura de las caderas, después abrió
con diligencia los pantalones de su hermano y se colocó sobre él, la humedad de
su entrepierna y la erección de él hicieron el resto.
Era
la hora del lobo cuando Jaime decidió levantarse para beber algo. Cersei dormía
plácidamente a su lado.
Desnudo,
se sirvió una copa de vino y se dirigió al balcón para bebérsela contemplando
la negrura de Desembarco, volvió la cabeza hacia ella y susurró.
- Ese niño será lo que tú quieras. Te lo
prometo.
Continuará
…
Vida de una Reina
Fanfic basado en Canción de Hielo y fuego.
Los personajes y lugares son propiedad de G.R.R.Martin.
Ropadeletras. Agosto 2013.
Nota
de autor:
Esta
sección se está convirtiendo ya en un clásico del fic, jajajaja.
He
mandado a Robert al norte ante los rumores de una posible rebelión de los
Greyjoy para que no estuviera mientras transcurría el capítulo; en realidad
este suceso tuvo lugar, creo, cinco años después de que él ocupara el trono… otro
cambio del original, #MartinPerdona .
Ya
no podía mandar de nuevo a Robert a cazar; ese hombre todo el día en la calle. Y si hubiera estado en Desembarco,
sus hermanos no podrían haber “cuidado” de Cersei tan de cerca, aunque no la
quisiese, en algún momento habría estado con ella.
Por
aclararlo.
Gracias
ciber lectores. El final is coming.