Llevo un mes un poco irritable y faltona. La vida, que a ratos la digiero y a ratos no. He llegado a pensar que me estoy volviendo una insoportable asocial.
El sábado por la mañana, más dormida y tiesa que de costumbre, una niña que iba con los Boy scouts a la Casa de Campo, se me acercó en el metro y me empezó a preguntar por un plano que llevaba en las manos.
Acabé contándola que le han cambiado el nombre a la estación de Sol y bla bla bla, bla bla bla...
El caso es que su monitor (que no paró de mirarnos un segundo para proteger a la pequeña) la avisó cuando tenían que hacer un transbordo de que se tenían que ir, que se despidiera. Ella se despidió. Al marcharse, se dio la vuelta y me saludó con la mano, miró al monitor y le dijo: - Tenía que decirla adiós... es mi amiga.
Cuando se bajaron del vagón, empecé a llorar; de amor hacia el ser humano que era esa chiquitilla y que a pesar de como me comporto últimamente, ella también vio dentro de mí.
2 comentarios:
Ay, qué preciosidad...
Yo últimamente también lloro (de felicidad) bastante a menudo... todavía hay esperanza.
Un beso
Siempre hay esperanza. Muchísimas gracias por leerlo y por el comentario :D
ropadeletras.
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