Me llevé el último ejemplar que les quedaba. Los tuvieron agotados en menos de una hora. La de la prensa me dijo que les habían recomendado que no los pusieran a la vista, había amenazas, y a algunas papelerías incluso les habían roto los cristales. Ella se negó, se la revolvía todo por dentro de pensar que encima tenía que esconderlos.
Lo he estado pensando mucho y yo ya no sé si decir #JeSuisCharlie o no, porque me llamo Cris; pero me dolió el alma con lo que ocurrió en París, y entendí, supe cómo se sentían porque yo vivía junto a la calle Téllez cuando estallaron los trenes de Atocha; pasé dos días viendo subir, a veces hasta en fila, coches de funerarias con restos humanos (además de la tralla de la tele, que en España somos muy gráficos para todo). Viví el pánico que quedó después, el silencio de un barrio y una ciudad ante la sinrazón del terrorismo.
Es por eso que yo tenía que hacer lo que estuviera en mi mano para mostrar mi apoyo, lo único, además de llorar y rezar por ellos, de compartir y no guardar silencio ante la barbarie, era comprar el ejemplar del 'Charlie Hebdo'.
Un último detalle sobre el miedo, una pequeña anécdota. Subí la foto a Instagram, tuvo sus "me gusta", y un comentario, de un árabe (que no dio al me gusta y sí puso un montón de hangstag iguales), es estúpido pero sentí un poco de susto, un pellizco en las chichas, hasta miré en su perfil. Sé que no voy a morir, al menos por esto, y de todas formas me alarmé... no quiero. Después de tanto, yo elijo vivir sin miedo, elijo la libertad.
(Contraportada)
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