Y la naturaleza, que era la sabiduría más antigua de todas, creó al hombre con el corazón a la izquierda y la sangre roja.
Él apareció después de su apocalipsis; ella tuvo la certeza de que era su llave. Y aunque la habían enseñado que los sueños no son prácticos, no quiso seguir la corriente y soñó.
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