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miércoles, 27 de mayo de 2015

Un domingo que no fue uno cualquiera

No he podido venir antes. Llevo dos días doblando en el curro, celebrando, y leyendo a Miguel Strogoff. Me declaro muy fan de Julio Verne. Ahora, vamos allá.

 Este domingo no fue un domingo cualquiera, votábamos. Yo siempre he ido a ejercer mi derecho cuando ha habido elecciones, esta vez lo hice además llena de ilusión e incertidumbre.

Me vestí mega mona, hasta me puse un vestido, de lunares; como cuando en los pueblos se pone una guapa para las fiestas de la Virgen en agosto, pues igual.

Cuando llegué al colegio electoral había una sensación en el aire distinta, y más gente de la habitual. Fui a por mi papeleta, sin meterme en cabina ninguna porque votaba orgullosa y me daba igual que se viera lo que escogía; toda la mesa electoral levantó un poco la cabeza, supongo que por las posiciones de las papeletas sabían más o menos de qué palo ibas. Cuando me acerqué a las urnas, la interventora del PP me saludó súper seria, al lado estaba uno que sí me sonrió; se habían dado cuenta.

Después me fui a comer a casa de mi hermana que estrena hogar y nos invitó. Ahí me llevé un pequeño disgusto, Alonso tuvo que abandonar en Mónaco, bueno, cosas que pasan, ya volverá a ganar. Luego marché a cambiarme. Intuía un día largo y una noche más aún y había que ir cómoda a donde tocase, porque para bien o para mal, ahí estaría. Cogí el tren.

Al llegar a Lavapiés ya había un ambiente festivo en la calle; no me quise emocionar porque se sabe que hay barrios que son feudos de una ideología, y que yo me mueva en determinados ambientes no significa que el grueso fuera a vivir las cosas de igual manera... pero la alegría estaba ahí y eso no te lo quita nadie.

A las ocho en punto, Ana, Mon, y yo, nos pegamos a la tele y pusimos 'La sexta'. Empezaban los primeros resultados de sondeos de las encuestas a pie de urna y Manuela Carmena lo petaba. Risas, nervios, redes sociales, whatsapp de colegas... La revolución.

A las 21:30 no podíamos más y nos echamos a la calle. En los bares parecía que España había ganado un mundial, hasta banderas llevaba la gente. Yo, que nunca he portado signos políticos, me puse la cinta en la muñeca porque estaba orgullosa de lo que había votado.

Nos fuimos a la Cuesta de Moyano pasando primero por la plaza del Reina Sofía. Cuando llegamos casi a las puertas del Retiro la cantidad de gente que había allí congregada festejando y bailando nos conmovió; aquello parecía un concierto de los U2.

Ya se sabían prácticamente los resultados definitivos al volver a casa; cenamos pollo asado con mixta para celebrarlo y continuó el festejo... Otro poquito... Esas noches que no quieres que acaben nunca.

Yo y mis ojos "rojo pelotazo" debíamos dormir porque me esperaban días de curro largos, pero como a las 02:40 seguía mega despierta, encendí el Yomvi y me puse a ver el capítulo de 'Juego de Tronos'; como dijo Sabina "nadie se ha muerto por ir sin dormir una vez al currelo". Además así no me comía spoilers el lunes de buena mañana.

A las 04:40 (pide un deseo) miré por última vez el reloj. Había vivido en directo la historia de mi país, pensando que todo se puede, y siendo consciente de que ocurra lo que ocurra a partir de ahora, esto ha sido verdad.

El despertador sonó a las 09:00, no me importó.

 Plaza del Reina Sofía.


 La cuesta de Moyano era una fiessssssta. Se quedó pequeña.





En cualquier momento parecía que iba a salir Bono e iba a sonar
'IN THE NAME OF LOVE' (8)



Yo, estuve allí.





Fin de la cita. Como dijo aquel:


Buen día, y buena suerte.

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