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Yo era muy pequeña. Él se llamaba Iván, lo que no consigo recordar es qué cantaba; fue una canción del verano, eso sí. Se hizo bastante conocido.
En mi barrio vivía su prima, tampoco recuerdo el nombre de esta. Teníamos una edad parecida y creo que íbamos hasta al mismo colegio, nos habíamos cruzado muchas veces como le pasa a la gente que vive en el mismo sitio y que al final se conoce sin conocerse.
De un día para otro, aquella chica, se hizo la estrella del barrio, una especie de it girl.
A quien quisiera escucharla (y a quien no también), le contaba su parentesco con el cantante Iván, y el trato tan cercano que tenían como familia. Aquel verano se rodeó de una gran corte de adláteres, que según decía, eran los únicos en los que podría confiar ahora y siempre, y que no se acercaban a ella para acosarla y aprovecharse de su fama (andábamos sobre los nueve años).
Yo, que en aquella época amaba a Julio Iglésias y que entendía ser súper famoso y perseguido como otra cosa, no alcanzaba a comprender que aquella niña que no era Chabeli fotografiada con sus dos trencitas a la salida del colegio, ni Paquirrín el día de su cumpleaños aplastado contra una valla, se sintiera así.
Pasó el tiempo y aunque ella decía siempre que estaba preparando un nuevo gran lanzamiento, Iván no lanzó nada más, su certeza de que pasaría a la historia de España duró en realidad más que la carrera de su primo. Ella no lo superó con facilidad, algo así como cuando un tuitstar pasa al olvido; años después, seguía hablando igual que si fuera una Kardashian y fuese a salir a la semana siguiente en la prensa del corazón. Tuvieron que pasar más de diez años para que ella reconociese desde el silencio que todo lo cubre, que aquello había terminado.
Así son las cosas. Siempre se puede caer. Cualquiera, en un instante. Lo decía ya el refranero popular y la sabiduría derrotista castellana, y lo vimos con las torres gemelas y con Whitney Houston; quién lo hubiera dicho entonces mientras nos encogía el alma cantando en brazos de Kevin Costner. Hasta Lolita soñaba con ser ella. Marcó una era. Luego la cosa cambió.
Y ahora todo va más veloz, lo que antes pasaba de una semana para otra, ahora, ya fue. Voló como una hoja de otoño sin dejar rastro.
Una de mis frases favoritas es, "la vida cambia en un segundo", porque le ofrece muchas posibilidades al hecho de vivir; y hoy estás arriba, y sin darte ni cuenta estás en el inframundo, o ni existes, o al revés. Es por eso que en la mayoría de las ocasiones lo realmente importante no es tanto si estás arriba o abajo, sino lo que haces allí.
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