Vida de una Reina. Capítulo I

Cersei Baratheon

Interior estancias Cersei y Robert. La Fortaleza. Amanecer.

Giró sobre su cuerpo con mucho cuidado, trató de estirar las piernas que tenía ya entumecidas de haber estado apretadas contra su pecho toda la noche pero el dolor la hizo desistir; con las manos cerradas sobre los puños y apoyándose en el colchón sacó energía de donde ya no tenía para arrastrase e incorporarse en el lecho, cuando lo consiguió estaba exhausta. ¿Esto era ser Reina? ¿Entonces por qué se parecía tanto al infierno?

Miró hacia la mesilla con intención de buscar una jarra de agua, tenía la boca seca y el labio abierto. Sus ojos se encontraron con la de vino, sin saber por qué recordó a su Tata de cuando era pequeña allá en La Roca, ella siempre le decía "bebed vino hija y criaréis sangre" -sonrió-, ella había odiado siempre el vino, a diferencia de Jaime y Tyrion lo rechazaba en cada ocasión en las que se les permitía beber. Borró la sonrisa de su cara al acordarse de la velada pasada cuando después de la horrible ceremonia de encamamiendo, Robert le había derramado una copa encima al empujarla hacia la cama, alargó el brazo apretando los dientes con rabia y se sirvió.

Se la bebió de un trago, sin respirar, al acabarla reprimió una arcada y limpió los restos que habían manchado su mejilla con el dorso de la mano. Acto seguido llenó un segundo vaso, este entró más calmado, cada vez le sabía mejor.

Alzó los ojos al cielo que despertaba en Desembarco a través de los doseles de sus ventanas y su cabeza no pudo evitar volver a la jornada anterior. Sólo un día después de todo lo ocurrido esto se le antojaba como algo muy lejano en la mente, borroso, desdibujado como ella.

Por la mañana, mientras la ayudaban a vestirse, Jaime había llegado a sus aposentos y despedido a la servidumbre. Lleno de furia, deseo y celos la había amado varias veces para luego abrazarla y apretarla contra sí como si no fueran a desprenderse jamás, pero tuvieron que hacerlo.

La ceremonia de casamiento fue tediosa, como lo eran todas en Poniente, además ella amaba a su hermano y no a Robert. Había creído en un momento de su vida, cuando los separaron y descubrió que su amor era imposible que se casaría con el príncipe Rhaegar y que incluso podría llegar a ser feliz, pero él la rechazó para casarse con la princesa Elia Martell y después de eso y de una guerra la prometieron con ese fanfarrón sin modales, un golfo que encandilaba a todo el mundo con su sonrisa y sus maneras. 

Ella quiso adaptarse a la nueva situación, lo intentó con todas sus fuerzas aferrándose a la idea de que iba a ser su reina, pero algo le decía en los ojos de él que no la haría feliz, que no la quería como mujer, que seguía amando a Lyanna aún después de fallecida. Una pequeña carcajada de esas que muestran lástima y desdén por uno mismo se le escapó a Cersei justo cuando llenaba la tercera copa; todo daba igual ya.

Más tarde, en el banquete, había buscado sin parar a su hermano con la mirada, pero él la evitó cuanto pudo, en un instante en el que se cruzaron, adivinó en los ojos de él la ira, lo conocía, eran uno desde antes de nacer, sabía que estaba enfadado con ella. Se quiso morir. Mientras, Robert bebía sin parar y la ignoraba con el desdén propio de un desconocido.

Cuando llegó el momento del encamamiento y estuvieron sólos, él murmuraba palabras que ella no entendía, y bebía y bebía más. Fue la experiencia más horrorosa de su vida, trató de colaborar para que no resultara tan traumático, pero desde que le tuvo encima supo que sería imposible, jamás. Las marcas de los mordiscos, los arañazos y las heridas entre las piernas se lo confirmaban esta mañana. Aunque lo peor de todo fue cuando él al derramar su semilla dentro de ella gritó el nombre de la mujer que en realidad deseaba debajo suyo. Cersei se quedó petrificada, él no se dió ni cuenta de que la había llamado Lyanna; una vez hubo acabado simplemente se desplomó en el lecho y se durmió. Fue la noche más larga y triste de su vida. Alzó la copa para brindar consigo misma y dijo "- Bienvenida a su nueva vida, majestad". Lágrimas mudas le recorrieron el rostro.

Tenía la cabeza agachada cuando llamaron a la puerta, un latigazo de terror la hizo enderezarse sin medir las consecuencias, el intenso daño la recordó que debía moverse despacio, gimió entre dientes y endureció la voz todo lo que pudo, "- ¿quién es?" -preguntó altiva- "- Soy Jaime. ¿Puedo pasar?". Notó como sus mejillas se enrojecían, no quería que él la viera de ese modo, no, él no. Ante la tardanza en la respuesta Jaime volvió a insistir, "- por favor Cersei, déjame entrar, necesito verte". Ella también lo necesitaba, más que nada en el mundo, era lo único que quería, cedió. "- Entra" -la voz se le ahogó en la garganta al salir-.

Cuando Jaime abrió la puerta y vió a su hermana encorvada y el estado en el que se encontraba su cara fue incapaz de hablar. Cersei le miró, se miró a si misma con vergüenza y entonces comenzó a llorar extendiendo los brazos hacia su mellizo.

Continuará

...

"Vida de una Reina"
Fanfic basado en Canción de Hielo y fuego.

Personajes y lugares propiedad de G.R.R.Martin

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Junio 2013