Aun a pesar de la hora, hacía mucho calor, no era normal. La gente miraba al suelo, sudaban en silencio el cambio climático.
Miró bajo los asientos creyendo que iba a vomitar de la fatiga. Vió el paquete con una foto de un feto a oscuras y lo cogió. Que tenga, que tenga, que lo hayan perdido con tabaco.
Entonces le sobrevino a la cansada mente, la frase de cuando era pequeña y le decía su madre. No cojas nada que te encuentres, a ver si le van a haber echado droga.
Su rostro se iluminó, había escuchado que la droga hacía olvidar; que lo hayan perdido con droga, que lo hayan perdido con droga, por favor Dios. Abrió la cajetilla llena de ilusión y allí no había droga ninguna, cigarros sí, pero droga no. No puedo evitar entristecerse una pizca, sólo un segundo, al fin y al cabo, hasta hace 5 minutos fumaba tabaco de liar. La vida te da lo que necesitas, no lo que quieres. Se rió.
Limpió el sudor de sus manos con la mugrienta cortina y siguió mirando la vida de la Avenida de América; en nada vería el edificio de telefónica.
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