- "No és personal rata. Mi padre siempre dice que los Vietnamitas no sois niños, sólo sois futuros chinos que vienen a quitarnos el trabajo algún día. Dice que sois sucios y os acostáis entre hermanos"
Su mirada estaba cargada de desprecio ciego. Apretó el gatillo y la fuerza inesperada del retroceso le asustó. Entonces sí miró a la niña. Un lado de la cara ya no estaba en su lugar, había desaparecido. Se acordó de las muñecas sin rostro con las que martirizaba a su hermana pequeña. De pronto sintió mucho miedo por ella.
Las sangre se extendía hacia sus converse, en otro tiempo blancas, cuando empezó a vomitar; mientras sus mocos se mezclaban con sus lágrimas, el bosque comenzó a lamentarse.
La única opción que se le antojó posible para salir de aquello a sus 9 años, fué llevarse el revolver a la boca. Lo último que pensó, fué en su hermana y él paseando por la montaña... Sin su padre.
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