La Reina
Interior estancias Sansa.
Noche cerrada. Arde un débil fuego.
Giró sobre si misma para aun
sin levantarse, poder mirar por los ventanales de arcos ojivales, las vidrieras
se encontraban abiertas, los cortinajes de terciopelo granate caían pesados a
los lados. Debía ser la que Lord Tywin llamaba la hora del lobo, la más oscura
de toda la noche, cuando todos los secretos se podían guardar. Tenía su pañuelo,
arrugado en la mano.
Hundió la nariz entre los
almohadones y sonrió, todavía persistía el aroma de sus cuerpos, se olió los
brazos, allí también estaba. Jaime acababa de marcharse, en su piel, permanecían los restos de su sudor y en su
interior, su semilla. Ella jamás llegó a pensar siquiera que se pudiese estar
tan enamorada de alguien como para yacer con él sin haber pronunciado ningún
tipo de voto matrimonial, eso no ocurría ni en las canciones, ni en las
historias de la Vieja Tata; pero en verdad, le daba igual. Lo único que era
cierto en su vida era él y cuando le tenía cerca, el resto del mundo no existía.
No quiso pensar que a lo mejor, en verdad ya no tenía más mundo fuera de
Desembarco del Rey.
Hacía varios días desde su
primera vez y habían vuelto a verse en muchas ocasiones desde entonces, se
buscaban tras columnas, en los aposentos de él en la torre de la Espada,
incluso en la Sala del Trono.. El Lord Comandante, la visitaba todas las noches
desde aquella mañana en el Bosque de los Dioses y durante las horas que
compartía con ella, era capaz de tomarla varias veces y transportarla más alla
de cualquier placer que hubiera podido soñar que existiese. Después,
sosteniéndola en sus brazos, esperaba a que ella se durmiera contándole historias
de dragones y Reyes antiguos; sólo entonces se marchaba. Algunas veces Sansa se
fingía dormida, como había ocurrido hoy, para que él se pudiera ir con
libertad. Luego, le pensaba y no era capaz de conciliar el sueño hasta que
rompía la mañana.
Al principio de esos encuentros, se había
mostrado torpe al amarle, asustada como los ciervos que abatían su padre y sus
hermanos allá en Invernalia.. Pero poco a poco, estaba aprendiendo a
satisfacerle, lo notaba. Se hacía mayor, tenía más de 14 días del nombre ya...
Que lejos quedaba su casa y su pasado en ese momento. Se negó a enfrentarse a
ello.
Como los Dioses Antiguos la
habían traído al mundo, se acurrucó sobre si misma olisqueándose otra vez. Las
puertas se abrieron en ese instante. Levantó la nariz y se volvió.
Sin mediar palabra la Reina
se dirigió hacia ella, la escoltaban una Doncella, que era la que custodiaba
su puerta y no se atrevió a mirarla y también dos Guardias Reales. La destapó
dejándola desnuda a la vista de todos.
“-
Ahora te exhibes guarra” dijo mientras Sansa trataba de
cubrirse. De un tirón violento le arrancó las pieles con las que se protegía y
las lanzó al suelo rajadas e inservibles. Cersei olfateó su cuello y sus pechos,
le clavó las uñas en uno de ellos hasta hacerle heridas y le soltó un primer
golpe. La mejilla de la pequeña empezó a palpitar e hincharse, un hilo de
sangre salió de su boca. Sin previo aviso la abrió de piernas, introdujo de
manera brusca dos dedos en su sexo y los acercó a su nariz. La pelirroja tardó
un segundo en comprender lo que Cersei buscaba. Volvió a abofetearla mirándola
con desprecio “- Espero que al menos haya
tenido la suficiente cabeza para daros té de la luna”. No tuvo tiempo de
taparse la cara. Los puñetazos empezaron a caerle por todas partes. Los Capas y
la doncella que acompañaban a la Reina, tuvieron la cortesía de hacer que no
estaban allí.
Cuando la agarró del pelo y
la tiró al suelo, notó un dolor sordo en las rodillas y sintió que se la despellejaban…
“- Puta, puta, puta” repetía mientras
la sacaba de allí arrastrándola. Su pañuelo, el que Jaime la cogió en las
clases de bordado, quedó tendido junto al lecho.
Mientras recorrían los
corredores, el frío, el miedo y la vergüenza le impedían reaccionar “- ¿Dónde
la llevaba?” “- ¿Qué la iba a hacer?”… su cabeza iba a toda velocidad. Sus
pensamientos palpitaban junto al siseo
del vestido de Cersei al caminar “- No
quise escuchar, no quise creer… No era posible… Jaime… No teníais bastante con
que vuestro padre y vuestro hermano fueran traidores, además teníais que llevar
la deshonra a vuestra familia al aparearos como una vulgar ramera” escupía
odio al hablar. Ella no se atrevía a negarlo “- ¿Dónde me lleváis alteza?” dijo con un hilo de voz la muchacha. “- A ver al Rey Sansa; a verle y a hablar
con él”. Ella rompió a llorar al recibir una nueva patada en las costillas.
Continuará
…
Fanfic Jaime y Sansa
Personajes propiedad de G.RR.Martin
Cristina ropadeletras
Enero 2013
3 comentarios:
¡No había leído el de "El Roble"! Ya decía yo que todo había ido demasiado rápido. Ahora ya me cuadra, aunque a Sansa no le puede pasar nada bueno con Cersei descubriendo su secreto...
Gracias por comentarlo, gracias por leerlo, gracias por todo.
El de "El Roble", me costó mucho escribirlo, por él nació el blog y al final ha sido un handicap. En fin, ahí está.
un beso grande.
Cristina
el blog no... El fan fic...
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