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martes, 8 de enero de 2013

Jaime y Sansa. Capítulo XI





Leche de Amapola


Desembarco del Rey. Atardecer. La estancia permanece casi a oscuras.

La noticia había corrido como la pólvora por la Fortaleza Roja. Cersei había sacado desnuda a Sansa Stark de sus aposentos y la había arrastrado hasta las estancias del Rey Joffrey I. Se habían oído golpes y llantos durante horas, aunque decían los que lo habían escuchado, que los lamentos finales eran peores que los gritos. Casi nadie vió como la sacaban de allí y la llevaban a que la atendiera un maestre, los pocos que lo hicieron, creyeron que la muchacha iba muerta en los brazos de los Guardias.

Cuando Jaime Lannister tuvo conocimiento de la noticia, su hermana y su sobrino ya habían abandonado el Palacio para ocuparse de unos “asuntos urgentes” en Fuente Pardo, a unos tres días a caballo de la Capital. En el castillo se rumoreaba que se había marchado para no enfrentarse a su hermano cuando se enterara de todo.

Él lo había escuchado de casualidad a unas doncellas, mientras preparaba con sus hombres una incursión en el campamento que ocupaba el joven lobo. Lo dejó todo y corrió a buscarla.

Trataron de sujetarle sin éxito cuando irrumpió en la alcoba de la Bóveda de las Doncellas; ninguna orden de ninguna Reina habría podido evitar que él la encontrase por más que la escondieran.

“- No oséis rozarme” apuntó con el dedo índice a la Septa mientras la chillaba y se acercaba al lecho de Sansa iluminado sólo por la luz de los candelabros. Cuando se sentó en el borde y observo su cara, perdió el poco color que le quedaba. Su gesto se torció.

Tenía el labio y la ceja partidos, su nariz era de color negro como sus pómulos y su ojo derecho. Bajó un poco las pieles que la cubrían y entonces vió los mordiscos en su cuello y pecho, los arañazos. La acarició con suavidad las heridas y su cuerpo dio un respingo, separó entonces la mano rápidamente y apretó las mandíbulas reprimiendo una lágrima.

“- Sería mejor que no la tocarais Ser. Le hemos dado Leche de la amapola para que no despierte aún, creemos que su cuerpo no lo podría soportar” dijo el maestre acercándose con una paño empapado en agua que colocó encima de la frente de la norteña. Jaime le escuchaba sin moverse “- Tiene rotas varias costillas y un tobillo, múltiples golpes y heridas, pero los cardenales se curarán con el tiempo; dudados del estado de uno de sus pulmones, aunque lo peor…” Se había ido horrorizando cada vez más a medida que le contaban, pero la pausa le hizo reaccionar. Levantó la vista de ella.

“- ¿Qué es lo peor?”

El maestre miró al suelo, no quería contestar.

“- ¡¿Qué le han hecho estoy preguntando?!” Rugió el Comandante.

“- Lo.. Lo peor son los desgarros que ha causado la ballesta, Ser”

Volvió a mirarla y la vió más pequeña e indefensa de lo que la había visto nunca. No hizo falta que le contaran más, inmediatamente supo lo que le habían hecho. Instintivamente la tomó en sus brazos y la cubrió lo mejor que pudo mientras le acariciaba el pelo con todo el cuidado del mundo. Se sentía impotente al tenerla cogida inerte.

Recordó aquel momento en el que sonriendo feliz, Sansa  le había dicho que un día compondrían canciones sobre ellos. Miró sus ojos cerrados, su cara destrozada y sintió que le inundaba la cólera.

“- Marchaos, yo me quedo con ella”

“- Pero mi señor, su alteza advirtió claramente que no…”

“- ¡He dicho que os marchéis y me dejéis solo con Lady Sansa! ¡inmediatamente! Y si queréis, traed a mi hermana para que sea ella quien me saque de aquí”

El maestre, agachó servilmente la cabeza y salió. Cuando se quedaron sólos. Jaime sacó de debajo de su casaca el pañuelo de Sansa, lo besó y se lo puso en la mano.

“Lo recogí cuando fui a buscarte mi amor. Te lo he traído y cuando despiertes, te traeré mil más si quieres”

La estrechó contra su pecho justo cuando ella empezó a convulsionar “¡- Que venga alguien, rápido!” . Su grito estaba cargado de pánico. El maestre y las doncellas entraron corriendo, le separaron de la pequeña y la suministraron más leche de Amapola, su cuerpo tardó un rato en parar de estremecerse. Entonces, se hizo el silencio.

Jaime se acercó de nuevo a su lecho, besó sus labios con suavidad y salió de la habitación con la intención de encontrar a su hermana Cersei y matarla…
Continuará
...

Fanfic Jaime y Sansa
Personajes y lugares propiedad de G.RR.Martin
Cristina ropadeletras
Enero 2013

4 comentarios:

Athena dijo...

¡Vaya dramón! A ver cómo sale parada Sansa de esta situación, que la cosa pinta fatal, pobrecita... :(

¿Podrías borrar totalmente el anterior comentario? Era mía, ¡pero con la cuenta del blog del instituto!

Cristina dijo...

Gracias por leerlo!!!!! Me estoy pensando qué hacer eh.. Tengo dudas de si convertirlo en un drama total o no.

Mi pobre chicota.. La pasa de todo siempre.

Borrado. Muakkkkkkkkk

Cristina

DrogoKhalSoy dijo...

Hasta en los blogs sufre!!! Pobre sansa... Muy guapo el relato :-)

Cristina dijo...

Graciassssssss! xD me alegra que te guste!!

Mi pobre chicota, que tiene un destino difícil ;)

Cristina