Lo bueno siempre se hace esperar- dijo el hada madrina con voz jovial rozando con la varita su frente-. Notó la caricia y bizqueó levantando la mirada. ¿Por qué? ¿Por qué no viene pronto para que le des más uso? ¿Quién se inventó esa mierda?- Cruzó los brazos y dio un paso hacia atrás, se sentía algo molesta aunque no quisiera. En silencio la miró y esperó una respuesta-. El hada encogió los hombros, al alzar las palmas de las manos, unas estrellas púrpuras del tamaño de confeti brotaron de la punta de su varita. Carraspeo. Pues la verdad es que eso no lo sé - dijo ceñuda sacudiendo en el aire la varita que seguía escupiendo estrellas de forma esporádica-. Esto se atasca. Verás, nadie nos enseña las bambalinas de esta profesión; nosotras aprendemos a hacer los trucos, nos dan el título, y nos envían por ahí como si todas fuéramos Mary Poppins. Este trabajo tiene un montón de presión y nadie se da cuenta de ello, nos juzgan por nuestro papel en los cuentos. Nosotras vemos lo que nos pide la gente, y se lo concedemos... aunque sepamos, porque el autor, ah, el autor, él es quien decide, y su visión para con nosotras las hadas madrinas, permíteme que te diga, es desde mi punto de vista un pelín machista.
Lanzó una postrera sacudida de varita y una última estrella emergió de su extremo.
ropadeletras
Agosto 2015.
Madrid.
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