El universo conspira a tu favor

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Bienvenidos

Gracias por entrar en mi universo personal








jueves, 29 de agosto de 2013

Vida de una reina. Capítulo IX




Vida de una reina

Despierta



Interior. Aposentos Cersei y Robert. Anochecer.

Cuando vio que volvía a caer dormido con el gesto y el cuerpo contraído, tuvo que obligarle a que dejara el cabecero de su cama. Había pasado allí cada minuto desde que la llevaron a sus aposentos. Los maestres iban y venían con sus remedios, él, permaneció sentado a su lado en la vasta silla de cuero todo el tiempo, las únicas ocasiones en las que se había levantado había sido para ir al retrete.

No comía, y bebía vino sin parar frotándose las sienes, en silencio.

Cinco interminables días se había temido por la vida del hijo de la reina. Cuando el maestre les dijo esa mañana que el niño se salvaría, se había permitido llorar por primera vez desde el percance.

Esa noche por fin, Jaime consiguió echar a su hermano pequeño de la habitación de Cersei, no sin antes prometerle que no la dejaría sola en ningún momento. Como si pensara hacerlo –murmuró para si mismo al quedarse sólo con ella-.

Cuando le habían avisado de lo ocurrido, Jaime había corrido a su lado. Empujó a todo aquel que se puso por delante para impedir su entrada a las estancias de su hermana. La encontró tendida en la cama, llena de magulladuras e inconsciente; desde que habían llegado a Desembarco siempre estaba llena de golpes y señales –pensó con amargura-. Era incapaz de entender por qué todos la odiaban a ella y no a Robert.

Tyrion estaba a su lado y en cuanto le vio llegar sólo repitió con voz trémula – Fue sin querer, fue un accidente, te lo juro.

Jaime tardó un rato en reaccionar; entonces comenzó a aterrorizarle la idea de que ella pudiese morir, el niño le preocupaba, pero podrían tener más, todos los que ella quisiese. Si Cersei moría, nada de lo que habían hecho para estar juntos habría valido para nada y él se quedaría sólo, vacío. Comprendió cuánto la amaba, cuánto la necesitaba.

Siempre la había tenido ahí, ni siquiera se había planteado que pudiese faltarle algún día; llegaron juntos a este mundo y así se irían, se lo habían prometido.

Le habían enviado un cuervo al rey Robert. Había tenido que partir al Norte antes del incidente a reunirse con sus vasallos; apenas llevaba un año en el trono y habían comenzado a llegar extraños rumores acerca de las islas del hierro. Aún no habían obtenido respuesta suya, era demasiado pronto, Jaime se alegró de que fuera así.

Pasaron las jornadas. Primero supieron que ella viviría; entonces él respiró. Tyrion no. Su hermano le había explicado todo una de las noches en que la velaban; él necesitaba que ese niño viviera más que cualquier otra cosa en el mundo; Jaime salía al balcón, de madrugada siempre, y pedía por el crío, aunque lo hacía más por sus hermanos que por él.

Suspiró y la miró dormir. Había paz en su rostro, era tan hermosa que cuando estaba allí contemplándola el mundo carecía de sentido alguno. Le colocó con suavidad uno de sus dorados mechones tras la oreja y llevó una mano a su barriga; la apartó al sentir un golpe, una especie de puntapié, soltó una carcajada al percatarse de que se había asustado. Era la primera vez que notaba una patada de su hijo, volvió a acercar la mano izquierda con cuidado y de nuevo le acarició la tripa, el bebé respondió con otra patada.

-       No enfades al León, Jaime. –dijo Cersei en voz apenas audible-.

Levantó la cabeza y al ver sus ojos abiertos, sonrió, se colocó a su altura y besó sus labios.

-       Has estado durmiendo mucho tiempo, me estaba hartando de esperar.

Volvió a besarla como si no lo hubiera hecho nunca y no pudiera volver a hacerlo más.

-       No te vuelvas a dormir, preciosa. –Dijo sobre sus labios-.
-       Ese enano quiso matarnos, a mí y a nuestro hijo.
-       No pienses eso, no es verdad. No se ha retirado ni un solo momento de tu lado, estaba desolado.

Cersei frunció el ceño, enfadada. – Eso es mentira. Me quiere muerta, como todos –protestó-.

-       Jajajaja. –No pudo evitar soltar una carcajada. Con ella volvía a reír aunque no quisiera- Nadie te quiere muerta, y si alguien lo hiciera, yo mismo me encargaría de matarlo con mis propias manos.
-       Quiero agua –dijo Cersei cruzándose de brazos como las niñas pequeñas.

Es más tozuda que los Baratheon, -pensó mientras le daba de beber-.

-       Te lo juro, Cersei. Tyrion estaba destrozado.
-       Jaime, no hubiera soportado perder a este niño, a este no, nuestro hijo tiene que vivir y ser rey de los Siete Reinos algún día.
-       Será lo que tú quieras, te lo prometo.

Se tumbó a su lado para rozar su cuerpo, Cersei estiró los brazos para que la abrazase y comenzó a besarle, no pudo evitar excitarse con su contacto y con su olor, a ella le ocurrió lo mismo. Jaime no sabía muy bien cómo reaccionar ante aquella situación; su melliza lo adivinó y le tumbó, cautivadora; se sujetó la inmensa tripa y se subió el camisón a la altura de las caderas, después abrió con diligencia los pantalones de su hermano y se colocó sobre él, la humedad de su entrepierna y la erección de él hicieron el resto.

Era la hora del lobo cuando Jaime decidió levantarse para beber algo. Cersei dormía plácidamente a su lado. 

Desnudo, se sirvió una copa de vino y se dirigió al balcón para bebérsela contemplando la negrura de Desembarco, volvió la cabeza hacia ella y susurró.

-       Ese niño será lo que tú quieras. Te lo prometo.




Continuará








Vida de una Reina

Fanfic basado en Canción de Hielo y fuego.

Los personajes y lugares son propiedad de G.R.R.Martin.

Ropadeletras. Agosto 2013.





Nota de autor:

Esta sección se está convirtiendo ya en un clásico del fic, jajajaja.

He mandado a Robert al norte ante los rumores de una posible rebelión de los Greyjoy para que no estuviera mientras transcurría el capítulo; en realidad este suceso tuvo lugar, creo, cinco años después de que él ocupara el trono… otro cambio del original, #MartinPerdona .

Ya no podía mandar de nuevo a Robert a cazar; ese hombre todo el día en la calle. Y si hubiera estado en Desembarco, sus hermanos no podrían haber “cuidado” de Cersei tan de cerca, aunque no la quisiese, en algún momento habría estado con ella.

Por aclararlo. 

Gracias ciber lectores. El final is coming.

Lo dejo

Ilustración by Elena Idígoras



LO DEJO 


Pepe:

Papa, voy a dejar la droga.


Papa:

¿Otra vez?


Pepe:

Otra vez.


Papa:

Ains, Pepe, que Mister Potato nos ayude.



Continuará
... 




las revistas

Ilustración by Elena Idígoras


A:
Tía vas muy mal combinada; ese bolso con esos zapatos
¿y si está allí el amor de tu vida?


B:
Pues si es el amor de mi vida lo entenderá.


A:
Tía...


B:
¿Has visto las de las revistas que parecen vagabundas?
No me digas nada.


A:
GÑE.



ropadeletras. Agosto 2013

miércoles, 28 de agosto de 2013

Amarillo

Yo soy muy chominista.
Amo tanto mi tierra
que ni me doy cuenta casi
que está seca y amarilla.


PD: Aún así, siguen creciendo las moras... y es la más bonita.

Antes...

Ilustración by Elena Idígoras





A:
Vicio de móvil, por Dios. ¿Qué hacíamos antes?


B:
Hablar, tía, hablar.


A:
La realidad supera a la ficción.


B:
Desde luego.

Las cosas muy pequeñitas. Microcuento.

Decidió sacar algo positivo de la tragedia. Se introdujo en su vagina para por primera vez en su vida llegar a acariciarle el punto G, y para respirar allí dentro, se metió con una pajita.

La increíble historia del hombre menguante







Vivir en un mundo donde una araña es una acromántula y un simple pájaro un dinosaurio tiene que dar pavor; para que luego nos quejemos de nuestras vidas... sarcasmo, obvio.

El otro día estuve en casa de la familia chancleta reiniciándonos los sistemas internos de las chichas; por la noche decidimos ver algo de cine clásico y elegimos una peli que a mí me impactó mucho en su época (la vi de pequeña en la 2. En un programa que era de Alfred Hitchcock. Lo ponían los lunes por la noche) . Cine del bueno, del que no necesita efectos especiales, aunque en realidad los tiene, súper conseguidos para ser de 1957.

Magnífica construcción del guión:
Partimos de un día en el que ocurre algo único y especial, a partir de ahí la situación va a peor, a peor, a peor todavía, hasta que ocurre algo que es el desenlace en donde el protagonista gana o pierde. 

¿Qué ocurre? Esto no os lo cuento por no "spoilear"... Bueno, spoilear tampoco que la peli tiene 60 años.

A un hombre (Grant Williams) le pasa algo "infrecuente" y se le jode toda la vida. Lo que pasa ese señor no tiene nombre, y cada vez que parece que saca la cabeza un poco, la vida le calza un nuevo revés... 

... Y parte de cero otra vez cuando creías que ya no podrías volver a hacerlo. Uff. El instinto de supervivencia es feroz.

Sólo voy a contar una cosa del film. Es muy jodido vivir en una casa de muñecas (la metáfora de Ibsen y del decorado en la vida); todavía si vives en la granja de los clicks o en el barco pirata y que te metan a surcar los mares en la bañera... o en el Halcón milenario de Star wars... pero no.

Se supone que es una peli de miedo de su época, en verdad miedo miedo como al que estamos acostumbrados ahora ya no es, no obstante da pánico, y la angustia durante lo que dura la cinta no te la quita ni el más "pintao".

Súper recomendación de ropadeletras, no puedo decir mucho más, aunque sí quiero acabar con una cita de la peli:

- Lo increíblemente pequeño y lo increíblemente grande se juntan en un momento para cerrar un inmenso círculo.


The end.




Dedicado a quien se empeña en que siga escribiendo.

domingo, 11 de agosto de 2013

La estrella






Le quería mucho y le compró una estrella con sus papeles y todo. Como las cosas estaban un poco mal con la crisis, tuvo que adquirirla a plazos... igual que se hace con los I-phones.


microcuento.

martes, 6 de agosto de 2013

Vida de una Reina. Capítulo VII




Vida de una reina

Robert


Jardines Fortaleza Roja. Exterior. Día.

Guiñó un ojo para mirar al sol, su calor era placentero, protector. En verano siempre se veían las cosas con más ligereza. Vino a su memoria aquel último pasado en la Roca con su hermano antes de que los separaran; suspiró, aquellos días empezaban a diluirse en el recuerdo.

No quiso pensar en ello. Llevaba unos días melancólica ante el regreso de Robert, tenía ganas de llorar a menudo y era incapaz de ingerir alimentos sin sentir nauseas. De hecho su cuerpo había dejado de admitir en modo alguno la leche de cabra. Comenzaba a intuir lo que le pasaba, no era sólo que él volviese. Cersei no había respetado la cuarentena, tampoco había tomado Té de la Luna en ninguna de las ocasiones en las que se había acostado con su hermano. Era bastante obvio lo que podía estar ocurriendo.

Fijó la mirada en su tripa y luego en el suelo. Descubrió un pequeño pájaro muerto, se levantó y le dio una patada para hacerlo desaparecer, era un mal augurio. Al verlo rodar alejándose, se abrazó a si misma.

Calculó que Jaime iría en breve a sus estancias para almorzar y se dirigió hacia allí.

Habían pasado la semana anterior robándole horas al sueño, buscándose de forma desesperada a cada instante, en cualquier sitio, sintiendo como heridas los momentos en los que no podían estar acariciándose.

Esa tarde en cuanto comieran, yacerían juntos, ella tendería a Jaime en el lecho, se desnudaría despacio, sin hablar, después besaría su sexo y se sentaría sobre él. Cuando su hermano la llenase con su semilla y se abrazaran aún jadeantes uno al lado del otro, le besaría y le diría al oído que creía estar encinta. - Un hijo de él, lo que más podía desear en el mundo -pensó alegre-.

Sin darse cuenta y entre ensoñaciones, llegó a la puerta de sus aposentos, entró con la sonrisa vistiendo su cara. Su gesto se congeló al contemplar las espaldas de su marido. Al oír el ruido el rey se volvió justo para observar el cambio de actitud de su esposa. Apretó levemente la mandíbula; no la amaba, nunca lo había hecho, pero le contrarió ver que su esposa se alegraba tan poco de encontrarlo allí.

-       Vaya, contén tu regocijo al verme, querida.

Fingió júbilo y se acercó a abrazarle, él apenas se movió, sus ojos albergaban una expresión que no sabía definir, comenzó a asustarse. Robert se llenó la copa que tenía en la mano, cogió otra de la pequeña mesita, sirvió y se la ofreció a ella.

-       Tomad.

Cersei negó con la cabeza, la posibilidad de tener un hijo de Jaime en las entrañas pesaba demasiado para arriesgarse. La expresión de Robert se endureció aún más.

-       ¿Por qué no hablas? ¿Acaso te ha arrancado la lengua el desconocido? ¿Rechazas el vino? Veo que han cambiado mucho las cosas en mi ausencia –dijo con desprecio-.

Se giró para dirigirse a uno de sus escoltas.

-       Id a avisar al Matarreyes, quiero que venga a custodiar la entrada de mis estancias. Rápido. –Sus ojos brillaron con malicia-.

El Guardia real salió de forma apresurada de los aposentos para cumplir el mandato real. Cersei sintió una arcada subir por su garganta, sabía perfectamente lo que significaba aquello. Robert quería poseerla mientras Jaime lo oía todo desde detrás de la puerta. Alguna vez lo había hecho en el pasado, en esas ocasiones, cuando Robert acababa y se dormía, ella lloraba la vergüenza abrazándose las rodillas. Odiaba a ese hombre, le repugnaba que la tocara.

El rey se dirigió al otro guardia que le acompañaba y le ordenó que esperase fuera el relevo de su cuñado. Cuando estuvieron solos, Robert se acercó a ella.

-       Estáis muy guapa, esposa –Uno de sus dedos toscos acarició su cuello y bajó por su escote hasta su pecho.- Parece que hasta os han crecido las tetas jajajaja –dijo pellizcándole un pezón.-

Cersei dio un respingo pero se mantuvo callada, no era capaz de articular palabra.

El hecho de verla acobardada acabó de excitar a su marido, la agarró por la muñeca y la arrastró hasta el lecho, la echó encima de él y se abrió los pantalones. Sin besarla tan siquiera le subió el vestido y de forma violenta rompió sus enaguas, instintivamente Cersei se protegió la barriga con las manos.

-       ¿Qué haces? No voy a pegarte, mujer, a menos que lo merezcas. Llevo muchos días sin tocarte, compláceme y todos estaremos contentos.

Se tumbó sobre ella y sin más la penetró. Ella notó un dolor sordo y lanzó un grito. Al momento lo reprimió, mas no fue por miedo a que el rey la pegara, fue por la degradación, por el pudor de que Jaime la pudiera escuchar.

Trató de buscar el lado positivo de aquello para no volverse loca. Si de verdad estaba embarazada de su mellizo, cuanto antes yaciera con Robert para que todo el mundo creyese que la preñez era de él, mejor. De todas formas serían unos pocos días, en seguida volvería a cansarse de ella y buscaría a las putas de Meñique. Cerró los ojos y sin pretenderlo imaginó que estaba en el mar Ocaso, el mar de su niñez.

Cuando su marido hubo terminado se quedó dormido como era su costumbre. Ella aprovechó para levantarse a lavar cualquier resto que quedara de él en su interior, una risa sarcástica le sobrevino cuando al hacerlo pensó lo diferente que era cuando se acostaba con Jaime, entonces, cuando él había terminado, a ella le gustaba acariciar su propio sexo con los dedos para oler a él.

Se secó y se puso un sencillo camisón carmesí con dorados leones rampantes bordados de forma delicada en el cuello. Al salir a la terraza y recibir los últimos rayos que el sol regalaba al día, se descubrió pequeños cardenales alrededor de los pechos. Trataría de que su hermano no se los viera. Suspiró resignada y apoyó los brazos y la barbilla sobre la balaustrada de piedra. Contempló los techos de la ciudad que se extendía a sus pies y susurró para si.

-       Algún día te mataré.



Continuará







Vida de una reina.

Fan fic basado en canción de Hielo y fuego.

Los personajes y lugares son propiedad de G.R.R.Martin

Ropadeletras. Agosto 2013.




Nota de autor:

Según aparece como referencia en Festín de Cuervos, Joffrey Baratheon fue concebido Por Cersei y Jaime en Piedraverde, en la isla de Estermont, ubicada en la tierra de las Tormentas.
Se dice que allí Robert engañó a Cersei con una prima suya y los mellizos engendraron a su primogénito. El clásico “ojo por ojo”. Lo que sucede es que para el devenir de los acontecimientos en mi historia, a mí me venía bien modificarlo, y como esto es un fic y al maestro Martin de igual modo no le gustan, pues yo lo cambio y “Santas Pascuas plin”.

Hasta el próximo capítulo, cíber lectores. Muchas gracias.




Micro cuento: El amor entero.

Y en el fondo de aquel mojito, bajo las perseídas, se dio cuenta de que lo quería tanto como en aquella historia de la biblia donde dos madres le decían a uno que ahora con la borrachera no conseguía recordar quién o qué era, que el niño que tenía ante si era suyo.

El poderoso este del que no se acordaba las ofrecía dividirlo por la mitad y repartir una parte para cada una.

Una de las dos mujeres accedía mientras la otra, con el pánico por el posible sufrimiento del ser amado reflejado en la mirada, sólo decía "- que se lo quede, pero por favor no lo partas"...

A ella le pasaba igual, así lo quería, entero, donde fuese. Entonces se quedó muy tranquila y brindó con las estrellas, con la luna lunera, y consigo misma.


Fin.

viernes, 2 de agosto de 2013

Adrián

Adrián:
¿Cómo te llamas?

Yo:
Pepa.

Adrián:
Tú no te llamas Pepa, te llamas tía Cristi.

La familia


Ando blandita hoy.

Yo estaba sola, en bragas, y entonces como dirían en Harry Potter, muchas cosas sucedieron a la vez.

Mi familia se había marchado al pueblo, con las perras, mi sobrino el pequeño y el pájaro. Y yo estaba aquí con mi hermana y la gata, LIBRE. Sin nada y sin embargo emancipada en la medida de mis posibilidades.

A principio de semana se me estropeó un poco el coche y otro poco el whatssap, me lo comí con "papas" para que mis padres NO tuvieran que venir. Me dije yo sola "- espera al día 10 que cobres y lo arreglarás todo"... No ha habido esa opción porque anteayer cascó la nevera, nos dimos cuenta ayer por la mañana. Mi hermana llamó a mi madre y aquí estaban a la hora de comer.

Yo he entrado en shock, porque hasta el lunes que no cambien un sobrino por otro y vuelvan al pueblo, aquí estamos todos como "La gran familia".

Mucho ruido, poca intimidad, todos nerviosos. ¿Why? ¿Why mundo? Ya estoy en paro, ya me han pasado setecientas cosas en los últimos meses; ya me habías regalado este Rivendell... Entonces ¿ por qué? Sé que los caminos del señor son inescrutables y bla bla bla, bla bla bla, de igual modo a mí eso a estas alturas no me importa ni cero, para qué os voy a mentir.

Me pegaba el día viendo series, leyendo, escribiendo, de pisci en terraza (porque a los Madrileños nos gusta "terracear"). Aprovechaba que aún estoy sin curro para vivir el verano, porque como dicen los Stark: "Se acerca el invierno".
Y luego lo de las bragas, que para mí era súper importante aunque suene muy estúpido.

Ahora, ayer es un recuerdo

Justo recientemente, hablaba de lo importante que es la intimidad y de lo que se siente sin saber si te van a abrir una puerta o no sin llamar antes. Por algo tocaba esa conversación jajajajajajajaja, tenía que prepararme.

Sigo bobita aunque ya me he desahogado, algo menos, eso sí. Lo que ocurre es que este post no lo voy a compartir en el facebook porque mi madre es mi "amiga" y como lo lea se va a disgustar la mujer. Es lo que tiene la familia, que a veces la haces daño con lo que sientes o dices pese a que no lo desees. Mejor no lo voy a compartir en ningún sitio.

Muy buenas tardes a tod@s, en la medida de lo posible, disfrutad de los espacios que tengáis.

PD: Al cierre de este post me han dicho que lo del coche pueden ser varias opciones, cualquiera de ellas requiere una inversión que significaba poder ir a las fiestas de mi pueblo. Está bien, por algo será que me tengo que quedar aquí.

jueves, 1 de agosto de 2013

Vida de una Reina. Capítulo VI






Vida de una Reina

El reencuentro



Planta inferior de la torre de la Espada. Estancias Jaime. Noche

Jaime cerró el libro y se frotó los ojos, estaba cansado. Cogió el pergamino sin lacre de la mesa y lo releyó; al acabar lo arrugó y lo lanzó al fuego que ya se extinguía, lleno de rabia dio un puñetazo en la mesa para descargar su ira. Se alzó, tomó el cinto con la espada y lo colocó en su costado.

Miró de nuevo el fuego, el manuscrito había empezado a arder, al verlo consumirse pensó en Cersei… Cersei. La quería tanto.

El rey llevaba semanas en Invernalia, tiempo que él había aprovechado para desatender sus responsabilidades en la guardia y cuidar de su hermana.

Fue él quien consiguió que volviera a comer, al principio muy poco y  con su ayuda. Pero con los días lo hizo de nuevo sola. La recuperación estaba siendo lenta y dolorosa; el parto había dejado muchas secuelas en el cuerpo de la joven reina; sin embargo las pesadillas y los gritos eran casi peores.

Pasaba casi todo el día y las noches a su lado, incluso había logrado que riera en un par de ocasiones.

Cuando con al amanecer llegó el cuervo y la noticia del retorno del Rey Robert a Desembarco a Jaime se le quebraron todas las ilusiones. - ¿Qué creía? –se dijo con sarcasmo- ¿Qué no volvería? Había pasado el día pensando en cómo decírselo, temía su reacción. Al llegar la noche decidió que no podía retrasarlo más.

Abandonó la estancia camino de encontrarse con su hermana.

Cersei estaba mirando por el balcón. No se acostumbraba al hedor de la ciudad, pero sí le gustaban sus sonidos. Cuando estaba sola a la hora del lobo, se sentaba en el suelo apoyada en las balaustradas de piedra y escuchaba llegar hasta ella la vida de las calles.

Hoy estaba nerviosa, no sabía por qué un nudo se había instalado en su estómago a primera hora de la mañana. A eso debía añadirle que Jaime no había pasado en todo el día a visitarla, - estará ocupado –se dijo mil veces para parecer confiada-.

Miró de forma distraída hacia el interior de sus aposentos y dirigió los ojos a la chimenea que crepitaba tranquila, por un segundo creyó ver unos ojos observándola desde las brasas- Se rió de si misma, ya no tenía edad para creer en cuentos de Septas. Suspiró y volvió a contemplar el cielo cuajado de estrellas. Acertó a ver una fugaz, y pidió un deseo, un bebé, quería un bebé rubio… y vivo.

Las puertas de madera se abrieron y allí estaba él. Le miró y en su cara se dibujó una amplia sonrisa. Jaime se aproximó a ella, se agachó para quedar a su altura y la besó los párpados, cerró los ojos y recorrió su cara con la nariz. Al llegar a sus labios volvió a abrirlos y la besó, la besó con ganas guardadas de mucho tiempo, la besó como si fuera la última vez que fuese a hacerlo; comenzó a morder su labios con desesperación, con lujuria.

Cersei dudó por un segundo, él no había vuelto a tocarla desde la mañana de su boda con Robert. Había llegado a pensar que no volvería a acariciarla nunca más, sobre todo ahora que paría hijos muertos. Por eso cuando la besó de aquella manera, tumbándola en el suelo, ella dio un respingo.

-       ¿No lo deseas?

Jaime paró en seco y se quedó mirándola.

-       Más que nada en el mundo –musitó Cersei-

Se tumbó con cuidado sobre ella y continuó besándola mientras la desabrochaba el camisón.

-       Me había jurado que no lo volvería a hacer.
-       ¿El qué? –preguntó alzando la ceja-.
-       Desearte…

Cersei emitió un jadeo y dejó caer la cabeza hacia atrás mientras él comenzaba a lamerle el pecho.

Jaime la cogió en brazos como si fuera una pluma y la llevó al lecho. Cersei acarició sus hombros, anchos, su pecho, bajó hasta su entrepierna rígida, gimió e introdujo la mano en los pantalones.

El caballero de la guardia olvidó todos sus votos, sólo importaba ese momento, sólo importaba ella. Volteó su cuerpo y la tumbó boca abajo, la subió el vestido y las enaguas, separó sus muslos y recorrió su sexo con los dedos, en cuanto notó la humedad y el calor de su hermana, se colocó sobre ella y la embistió con celeridad. Habría querido hacerlo con delicadeza, pero no pudo. Cersei le recibió con un espasmo y un grito, volvió a sangrar. Jaime comenzó a moverse acompasadamente sobre ella, besando y mordiendo con suavidad su espalda, ella gozaba y él disfrutaba escuchándola jadear.

La llenó con su semilla en varias ocasiones esa noche y después durmió desnudo a su lado. No había preocupación alguna para él en Los Siete Reinos, esa noche no.

Cuando abrió los ojos a la mañana siguiente, ella estaba mirándolo y acariciando despacio un mechón de su cabello. Parecía una niña, su piel y su pelo brillaban, pero no tanto como sus ojos, en ellos había dicha… Y algo más, algo que no sabía qué era pero que había ocasionado un cambio rotundo en su hermana, algo casi físico.

-       Robert ha iniciado el retorno desde Invernalia, estará aquí en una semana. Quise decírtelo anoche pero no pude. –Suspiró y esperó su respuesta-.

Cersei agachó la cabeza. Su mellizo la abrazó.

-       Lo siento, te lo debería haber contado antes, yo…
-       Sssshhh. No, antes  no. –Llevó un dedo a su boca y la rozó- Entonces tendremos que aprovechar.

Se subió a horcajadas sobre él y le acercó los labios al oído.

-       Tenemos muchas noches que recuperar.




Continuará





Vida de una reina.
Fanfic basado en canción de hielo y Fuego.
Los personajes y lugares son propiedad de G.R.R.Martin.
Ropadeletras.
Madrid. Julio 2013.