El universo conspira a tu favor

El universo conspira a tu favor

Bienvenidos

Gracias por entrar en mi universo personal








lunes, 25 de julio de 2016

El Norte recuerda. Capítulo I.




#ElNorteRecuerda


CAPÍTULO I

El pastelillo de limón

-       Creo que hoy volverá a nevar- observó Sansa-, el cielo es una sola nube gris y a pesar de ello brilla demasiado.

Alzó el rostro para examinarlo y el viento gélido proveniente del Norte le azotó la cara echando hacia atrás su capucha y dejando al descubierto su pelirroja cabellera. – Cubríos la cabeza, mí señora- dijo Brienne que abría la pequeña comitiva a lomos de un imponente corcel negro- a estas alturas todo el Norte debe estar alertado de vuestra fuga, hemos de ser cautelosos-. Sansa obedeció y dirigió su mirada hacia Podrick que flanqueaba la retaguardia, el escudero asintió en silencio y desvió la mirada de la joven Stark.

Hacía sólo cuatro jornadas que habían escapado de los soldados Bolton y dos desde que se separasen en algún punto del Bosque de los Lobos de Theon, él se había dirigido a algún lugar cercano a Punta Dragón Marino en donde pudiese encontrar un pasaje de vuelta a casa; ella, custodiada por Lady Brienne y Podrick se dirigió hacia el Muro, hacia su hermano Jon.

Llevaban tres noches sin apenas dormir, parando lo imprescindible para que los caballos descansasen y ellos hicieran sus necesidades, comían y dormían sobre los animales porque se sabían perseguidos y el tiempo corría en su contra; además no habían avanzado tanto como hubiera sido deseable porque estaban atravesando la parte más impenetrable del bosque para intentar pasar desapercibidos. Las noches se habían cernido sobre ellos con una oscuridad infintita, una negrura tan abrumadora que parecía imposible que volviera a abandonar la tierra. Las ramas de los árboles susurraban historias aterradoras, cuentos de Tatas que a la llegada del invierno se contaban frente a las hogueras. Sansa esbozó una leve sonrisa recordando a la suya y sus cuentos, y a sus hermanos, entonces sus ojos se tornaron acuosos. Soltó la mano izquierda de las riendas e introdujo sus dedos protegidos por unos guantes de piel de topo dentro del bolsillo de su raída capa de lana gris buscando un pañuelo para secarse; su índice tropezó con algo, lo sacó y vio que era medio pastelillo de limón, se lo había dado una vieja cocinera junto antes de que el rey Stannis atacara al ejército de Ramsay, lo había olvidado, se quedó contemplándolo y de repente vino a su memoria un día ya muy lejano en el bosque de los Dioses de Invernalia.

Jeyne Poole giraba sobre si misma y parloteaba sin parar sobre lo bien que lo iban a pasar en la cena de bienvenida que le iban a ofrecer en el castillo al rey Robert la semana siguiente, Invernalia bullía de trabajo. Se estaba haciendo un acondicionamiento general en toda la fortaleza para recibir al monarca y a su familia, se acomodaron estancias y se cocinaban constantemente panes, quesos y ricos platos típicos del Norte para agasajar a los invitados. Las crías estaban como locas porque iban a conocer a la reina Cersei y al príncipe Joffrey, se oía que era el chico más guapo de todo Poniente, y que aunque era mitad Lannister mitad Baratheon, poseía casi la belleza de los Targaryen. Sansa, ausente, mordisqueaba un pastelillo de limón. 
   
- ¿Qué ocurre Sansa? Ya te has cansado de esto también- dijo ofendida la muchacha al ver que su amiga no la hacía caso-. Viene el rey con su familia a tu casa, despierta.
-       Déjame en paz, va a ser horrible, horrible.
-       Pero- Jeyne la miró con extrañeza- ¡¿QUÉ DICES!? ¿Acaso te has vuelto loca? Viene el príncipe Joffrey a tu casa ¿Hay alguien ahí?- dijo mientras se agachaba y con un dedo le daba toquecitos suaves en la sien-.

Sansa se apartó molesta y se levantó sacudiendo su vestido de lana, era de color acero con unos diminutos peces bordados en tono azul marino sobre las mangas, su padre se lo había traído de Puerto Blanco junto con los mocasines de piel de cabritilla - mi madre va a sentar a Arya con nosotras para que la vigilemos durante la cena y la enseñemos modales, ¡A Arya! – manifestó la pequeña Stark como si sólo pensarlo fuera algo inconcebible- me ha arruinado la vida, esa cara caballo nos estropeará la cena, el baile y la reputación con su comportamiento y el príncipe jamás querrá casarse conmigo y yo me pudriré aquí y no se cantarán canciones sobre nosotros- miró al suelo, desolada-.

Jeyne se quedó muy pensativa y soltó un “vaya” que indicaba que lo comprendía todo, - Ya sólo faltaría que nos pusieran al lado al bastardo de tu hermano, yo preferiría sentarme junto a Theon la verdad, ayer me sonrió-. Sansa estalló colérica, - ¿A qué viene ahora lo de mi hermano, ¡No es mi hermano! ¡Es el bastardo de mi padre, nada más! ¿Me entiendes? No vuelvas a decir que Jon es mi hermano. 
   
   - Díselo tú- la niña sonrió de forma maliciosa y estiro un dedo apuntando a la espalda de Sansa, esta se dio la vuelta y vio a Jon parado frente a ellas con un libro bajo el brazo y Fantasma a su lado. Cuando el chico las vio dio un paso hacia atrás. 
  
- ¿Qué pasa?- Sansa alzó la voz- ¿ahora me espías?
-       No – contesto Jon- yo no, yo nunca te he espiado, Sansa.
-       No me llames por mi nombre- la cría, enfadada con todo y con todos por lo que sentía como la destrucción completa de su futuro la tomó con su medio hermano.- ¡No vuelvas a espiarme o se lo diré a mi madre!

Jon se había quedado blanco como el tronco de un arciano, sin saber qué contestar abrió y cerró la boca varias veces. 
   
   - Eres un idiota, Jon Snow- Sansa remarcó el apellido al pronunciarlo. Se dio la vuelta dispuesta a irse y justo en ese momento pisó el pastelillo que se le había caído cuando se había levantado para contestar a Jeyne. Miró sus zapatillas nuevas ahora llenas de crema de limón y empezó a llorar, se quitó los restos con la mano y se los lanzó a su hermano llorando- ¿Ves lo que ha pasado por tu culpa? Te odio, eres una persona horrible, ¡TE ODIO, JON!- Sansa salió corriendo y Jeyne la siguió.

Una hora después la niña volvió a por la capa que se había quitado junto al estanque y que había olvidado allí, esperaba no cruzarse con Jon, aunque él era un idiota y todo había sido culpa suya, cuando se separó de su amiga había empezado a sentirse muy avergonzada de haberle tirado ese pastelillo de limón. Oyó un ruido y levanto la mirada de las hojas caídas de los árboles que formaban una alfombra roja a sus pies. Jon estaba sentado junto a Fantasma apoyado en el mismo arciano en el que lo había estado ella. A su costado, su capa doblada pulcramente y un ejemplar de ‘Reyes del invierno, o leyendas y linajes de los Stark de Invernalia’ del maestre Childer. En la mano, con cuidado, sostenía los restos del pastelillo que ella le había lanzado. Le observó un rato inmóvil tras un arciano antes de marcharse sin hacer ruido.



Sansa volvió a mirar el trozo de pastelito que tenía en la mano y una lágrima muda de vergüenza rodó por su mejilla. Siempre lo trató tan mal, ¿cómo la recibiría?
Unos ladridos lejanos y la voz autoritaria de Brienne la sacaron de sus pensamientos. – ¡Rápido, al galope! ¡Han encontrado nuestro rastro!

Continuará.


Nota de autor:
Este fanfic está basado en Canción de Hielo y Fuego.
Los lugares, nombres y personajes son propiedad de George R.R. Martin.

Ropadeletras.
Julio 2016. Madrid.





El Norte recuerda. Prólogo





(Ilustración propiedad de J.E.Fullerton)





#ElNorteRecuerda

PRÓLOGO

El cuervo blanco

El joven ordenó de forma pulcra los pergaminos en una bolsa de paja que colocó bajo la axila izquierda. Con un tranquilo ademán, el archimaestre Norren le indicó que podía retirarse. Barth asintió; caminó con premura y abandonó el edificio donde se encontraban las estancias de archimaestres y senescales. Dejó a su derecha la estatua de Daeron I y llegó al destartalado puente que unía esa parte de la Ciudadela con la Isla de los cuervos.

Se detuvo unos momentos sobre el Aguamiel y contempló el canal de los Susurros y más allá el aventurado mar Angosto.

El verano había durado diez años y se preveía que el invierno sería el más largo que se recordase en Poniente desde los tiempos de la larga noche; ese día, los cuervos serían enviados a todos los maestres de las grandes casas de Poniente; Barth esbozó una sonrisa de satisfacción porque se le hubiera encomendado esa tarea, se ajustó de nuevo la bolsa con los reducidos pergaminos y continuó caminando hacia el Grajal; era el edificio más antiguo de toda la Ciudadela, sus muros, cubiertos a través de los años por las enredaderas y el musgo, albergaban la pajarera blanca.

Cruzó el patio interior donde se encontraba el enorme arciano repleto siempre de cuervos negros que descansaban de manera plácida, volvieron la cabeza hacia el acólito y le miraron con ojos cuasi inteligentes, ellos también sabían hacia donde se dirigía, a la torre oeste.



Fanfic basado en Canción de hielo y fuego.
Todos los lugares y nombres son propiedad de George R.R. Martin

ropadeletras.
Julio 2016. Madrid.



domingo, 17 de julio de 2016

El Norte recuerda. Fanfic.










Hace tiempo que me lo estoy planteando. Volver a escribir. Novelas no, no tengo ni tiempo ni nada que contar, al menos hoy, y además aún estoy buscando la forma de que me publiquen la anterior... pero fanfics, eso sip, sí puedo. De a poquitos, capítulos cortitos, e irlos publicando a mi ritmo, según pueda mi lomo y mi alma, cuando me ponga de acuerdo con las musas y quedemos para trabajar.

He escrito varios ya, y recuerdo que me gustaba mucho hacerlo. Luego, cuando los publicaba, me parecían carentes de toda calidad, me exigía una perfección al nivel de la de George R.R.Martin... Ppppffffff, jajajajaja. Pocas veces estoy contenta con lo que hago, siempre me parece que se podía hacer mejor y que no he dado la talla y por eso dejo de hacer mucho. Ops, según lo escribo me doy cuenta de lo poco beneficioso que es para mí este comportamiento, pero es lo que hay, ando a ver si aprendo a funcionar de una manera más benevolente conmigo misma, estoy aprendiendo a tenerme un poco de compasión.

El último fic que escribí se llamaba "Lady of Casterly"; ese nunca lo terminé, no pude, no tuvo nada que ver la calidad del texto, de hecho ahí había aprendido algo desde el primero que hice. Los capítulos que quedaron guardados sin publicarse y el final que no le fue dado se quedarán en ese sitio en el que se quedan las historias inacabadas.

Pero el tiempo pasa, y esta última temporada de Juego de Tronos me ha dado muchas alegrías y dos nuevos protagonistas indiscutibles y TOP: Jon Snow y Sansa stark. El Norte, que recuerda, que aguanta, que cada vez que se cae se levanta, el que hace una piña cuando llega el invierno.

A una parte de mí le gustan hasta como pareja, los veo 100% shippeables; a otra no. No sé qué haré con la historia. No sé muy bien cuando empezará; lo que sí que sé es que tengo ganas, que ya me bullen en la cabeza ideas. Que he empezado a coger libros del mundo de Canción de Hielo y Fuego para documentarme, para tener frescas expresiones, descripciones de lugares y objetos... que esto ya ha arrancado.

Nos veremos lo antes posible, en el capítulo I. Buen día, y buena suerte.

Vida de una reina. Capítulo VIII







Vida de una reina

TYRION




Exterior. Gran Septo de Baelor. Día.

Los días pasaban inexorables. Desembarco había amanecido fresco, algo que se agradecía en aquel primer año del verano. En los últimos meses, a medida que el embarazo de Cersei evolucionaba aquel calor asfixiante de la ciudad se hacía más insoportable para ella.

Mientras Tyrion se despedía con una reverencia del septón supremo ella miraba con tedio la plaza de mármol. Nunca le había gustado ese sitio. Comenzó a bajar la escalinata, Tyrion la siguió con sus cortas piernas y se colocó a su altura.

En la parte inferior, un palaquín escoltado por la guardia real les esperaba. La Reina accedió primero a él, su hermano lo hizo después; una vez acomodados dentro, la comitiva inició el retorno a la Fortaleza.

Cersei corrió las cortinas de la ventanilla y miró la impresionante edificación una última vez, las siete torres de cristal con paredes de mármol, dominaban poderosas la colina de Visenya. –Deberíamos cambiarle el nombre a esta loma –dijo la reina en voz baja- detesto a los Targaryen. Su hermano soltó una carcajada.

-       ¿Todavía albergas rencor por lo de Rhaegar? Bueno, no creo que nosotros tampoco les cayésemos muy bien, especialmente nuestro hermano.
-       Jaime sólo hizo lo que debía. No quiero oír hablar de eso.
-       Tranquila hermanita, aquí sólo estamos nosotros, no se me ocurriría decir nada que ensuciase el nombre de nuestra familia en público.

Cersei notó una patada  y se acarició la tripa para calmar al bebé, éste llevaba unos días más nervioso de lo normal. Cada vez que tenía una discusión con Robert, el niño, lo acusaba las jornadas siguientes, por eso había empezado a callarse cada vez que conocía nuevos rumores de su esposo. De igual modo el feto lo notaba. Además la ausencia de vino le hacía estar nerviosa y contrariada en numerosas ocasiones.

A su costumbre de retorcerse las manos se le había sumado la manía de clavarse las uñas en las palmas cada vez que se obligaba a fingir que no sabía de un nuevo bastardo de su marido o una andanza con alguna puta de Meñique. Llena de desprecio volvió la cabeza hacia el pequeño de los Lannister.

-       Tú lo ensucias con tus actos día a día –dijo con una sonrisa de hielo- Tus hábitos y tus borracheras son conocidas en todo Desembarco.
-       Bueno –Tyrion soltó una carcajada- nuestra familia es muy aficionada al vino –señaló su barriga- y tú no eres la más indicada para reprocharme nada, no bebes por él… por ese hijo que tan rápido concibió el Rey a su vuelta de Invernalia. Digo rápido –añadió el enano con sarcasmo- teniendo en cuenta que el primero os costó mucho más.

Apretó la mandíbula y no le contestó. Estaba segura de que Tyrion intuía algo, al fin y al cabo era su hermano y la conocía, a ella y a Jaime. La consoló pensar que era el único que sospechaba.

Cersei había escuchado reírse a las criadas de la fortaleza hablando de la hombría del rey que nada más regresar de visitar a Ned Stark había dejado a su mujer encinta; incluso corrían chanzas de cómo los venados preñaban a las leonas como a vulgares gatas. Ella se había reído más aún sabiendo que el hijo que llevaba en sus entrañas era de su mellizo y no de él. Volvió a acariciarse el vientre.

Bajaron por la calle de las hermanas y realizaron el resto del camino en silencio. Su hermano bebía mientras ella observaba la pestilente ciudad por la ventana, al llegar a la puerta del Rey, él volvió a dirigirse a ella.

-       ¿Venís al Torreón de Maegor? ¿O debemos informar de que han de dirigirnos primero a la Torre de la Espada blanca?

Cersei le miró llena de ira pero permaneció en silencio.

-       Supongo que querrás hablar a Jaime de nuestras oraciones.

Esa última mofa acabó de enfurecerla. 

-       Cierra tu sucia boca. Siempre será mejor dirigirse a esa torre que al burdel de Chataya.
-       Al menos allí no hay familia.

La pulla hizo su efecto, en cuanto pararon, Cersei bajó de la litera lo más rápido que le permitió su tripa sin dirigirse siquiera a él. Caminó hacia el castillo tratando de llevar la cabeza alta.

Ya estaba llegando al portón cuando pisó el excremento de un caballo; oyó la risa del monstruo a sus espaldas, se irguió más todavía y  apretó el paso hacia los aposentos reales, sólo quería tirar toda la ropa que llevaba puesta y que la bañaran en sus aceites; el olor comenzaba a darle arcadas.

Tyrion la persiguió. El vino le había espoleado, le hacía tener más ganas de atacar a su hermana, ella llevaba haciéndolo toda la vida. Por primera vez en mucho tiempo se sentía poderoso respecto a ella. Cuando llegaron a la entrada uno de los guardias hizo una reverencia a la reina, ella lo apartó de un empujón y entró.

A partir de ahí todo se precipitó de un modo que al pequeño de los Lannister le costaría olvidar después.

Cersei había comenzado a subir las escaleras que la conducían a sus estancias y él, él había seguido burlándose de ella y de su hijo. No supo por qué lo hizo, no pretendía hacerlo en realidad. Al ver que ella no le contestaba, la agarró del brazo para obligarla a girarse y ver su cara descompuesta. Ella tiró con intención de liberarse de su mano y entonces perdió el equilibrio.

Cuando la vio rodar por las escaleras se quedó absolutamente inmóvil, el terror lo paralizó. El minuto que tardó en reaccionar y bajar corriendo hasta su hermana fue eterno. Los escalones eran más altos que nunca, sentía una terrible sensación de que nunca podría llegar hasta ella, cuando lo hizo, se arrodilló y la tomó entre sus brazos.

-       Cersei, Cersei por favor dime algo.

Sintió pánico de que ella o su hijo pudieran morir allí por su culpa, sólo por sus deseos de venganza.

-       Cersei te lo suplico…

Apartó con cuidado el pelo de su cara, levantó la cabeza y comenzó a gritar.

-       ¡GUARDIAS! ¡GUARDIAS! ¡Por todos los dioses que alguien me ayude!

Su hermana abrió los ojos y con una mirada en la que sólo había súplica musitó.

-       Jaime, que venga Jaime.

Después se desmayó.




Continuará





Vida de una reina.

Fanfic basado en Canción de Hielo y Fuego.

Los personajes y lugares son propiedad de G.R.R.Martin

ropadeletras. Agosto 2013.






Nota de autor: 

Al comienzo de Juego de Tronos (primer libro de la saga), Joffrey Baratheon tiene 12 años y transcurre el noveno año del verano, por lo tanto, al nacer éste todavía es invierno. Aunque me tome la licencia de modificarlo para el fic, creo que debo aclararlo. Que tampoco hubiera pasado nada si no lo hubiera hecho, pero ya que lo sé, que menos que decirlo.

Muchas gracias. Hasta pronto ciberlectores.