...Lo cuento “explicado”.
Yo era bailarina de danza contemporanea – de estudios y vocación-; por eso se bailar limón. Bueno, además de otras mil cosas de vida hiper real, para subsistir en mis principios…. Y me estaba preparando para ir con el equipo español (de una disciplina que no revelaré por discreción) a las olimpiadas de Beijin. Pero un día intentando enseñar a robar en un melonar a mi sobrino de 5 años, -¡una costumbre costumbrista Texana!-. Todo el mundo, lo hemos hecho de toda la vida de Dios en mi pueblo… -¡Yo se los robo a mi primo carnal, de hecho!-. Y como delinquir en mi pueblo, se hace al anochecer; por eso no lo vi...
Tropecé con un neumático de repuesto en desuso, de tractor… Y. ¡Zasca!. Me rasgé los ligamentos – el cruzado anterior interno-. Por burra. Ya. Así de simple. Fín a mis últimos juegos olímpicos. “Chimpún”… pelín estúpido… Humillante castigo de Dios; incluso diré. Como decía Jaime Bayly que: “-Las cosas más ínfimas desencadenan catástrofes”.
Ups!
Y ahora sin ná de horizonte. Ni posibilidad de ligarme al “tiburón de Baltimore”, -que es la meta que yo me había puesto de verdad para ir a las olimpiadas-…
Ponte a buscar dinero para pagar el alquiler de mi single home; de look “cartoon-diseño”; la luz, el gas, el agua, médicos sin fronteras, global humanitaria, el cuore, el in touch. La asociación INJOCA, que saca niños del pegamento en Bolivia. La terapia, las nueces peladas, el espidifen, el tabaco, la osteopatía, el teléfono, la ficha de la federación… Bueno, eso ya no. La comida del perro; la letra del mini (de 2ª mano, y 1600 c.c. –sin mp3 ni 4, ni DVD-… Con casette, que sólo oía música de los 80´s que había sobrevivido en ese formato, como Bon Jovi o Madonna). Los tampones, la gasolina ¡GASOLINA!!!! Arrrgh. Las multas de aparcamiento. El café de Starbucks; los imprevistos, los extras… ¡comer!... joder… comer es lo último a día de hoy… Se vive casi como en la isla de los famosos –Super survivor-. Vamos a acabar zorreando vilmente, por una caja de surtido cuétara. Prostituyendo el alma por un chuletón. Ahí, “tó baratuno de dignidad”.
De pronto, no sabía que hacer, no tenía fuerzas, para decidir hacia dónde tirar. Así que después de llorar una semana pa desahogar y tocar fondo (muy escorpio y muy de Fénix), luego me recompuse y empecé a buscar trabajo…