El universo conspira a tu favor

El universo conspira a tu favor

Bienvenidos

Gracias por entrar en mi universo personal








sábado, 27 de julio de 2013

Vida de una Reina. Capítulo V




Vida de una Reina

El bebé.



Interior aposentos Robert y Cersei. Fortaleza Roja. Día.


Aunque el sol brillaba en la parte más alta del cielo la oscuridad era total en la estancia. Jaime tuvo que entrecerrar un poco los ojos para acostumbrarse a la negrura.

Entró a visitarla en cuanto Robert abandonó el castillo de nuevo, nadie se lo pudo impedir.

El rey se había marchado a visitar al recién nombrado guardián del Norte, su aliado y valedor en la conquista del trono de hierro, el honorable Lord Ned Stark. Tampoco se encontraba con su hermana en el momento del parto, se hallaba en una de sus acostumbradas jornadas de putas y caza. A él no le dejaron entrar en ningún momento porque estaba claro que algo iba mal desde el principio.

Ella estaba tendida de costado, se aproximó y se sentó a sus pies.

-       Cersei –le dijo de forma débil.-  Cersei, mi amor.

Ella volvió el cuerpo y la cabeza pero no pareció verle. Un moratón que hace dos días no tenía, ocupaba la totalidad de su mejilla derecha. Jaime frunció el ceño y apretó los puños.

Robert había tenido que pegarla un bofetón para que soltara el cadáver del bebé. Cuando nació muerto, lo único que alegró a Cersei fue que él no estuviera en la ciudad porque así no se lo podría quitar. No permitió que ni los maestres ni las doncellas se lo llevaran cuando lo alumbró. Estuvo acunándole un día y una noche enteros.

El recién nacido era muy pequeñito, moreno de pelo aunque muy blanco de piel, tenía los dedos y las piernas largas y la nariz de los Baratheon. Era lo más bonito que ella había visto en su vida, y era suyo. Lo besó repetidas veces e insistió en lavarle ella misma y en ponerle los faldones que las costureras llevaban meses preparando para él. Sería la única vez que lo hiciera.

Cuando el rey llegó a la Fortaleza Roja y se enteró de todo lo sucedido, se dirigió a sus estancias y sin mediar palabra, arrancó al niño de los brazos de su esposa.

 – Por favor, un poco más, déjamelo sólo un poco más, no te lo lleves todavía, Robert… Por favor –había gemido-. 

Agarró el diminuto pie del niño en un último intento de buscar la compasión de su marido, pero él la abofeteó para que lo soltara, después salió de la habitación con su hijo en brazos.

La verdad era que en esa ocasión no hubo un acto de maldad por parte del rey, lo que le ocurrió, es que no había sabido qué otra cosa podía hacer.

Si en algún momento había existido la hipotética posibilidad de un futuro “juntos” entre ellos, ahora yacía con ese bebé muerto – pensó el soberano mientras abandonaba la estancia sin mirar atrás-.

Fue entonces cuando la reina se volvió loca, destrozó prácticamente todo lo que estaba a su alcance, rasgó las sábanas llenas de la sangre de su hijo y las lamió. Los sirvientes la miraban espantados, la situación se tornó desgarradora.

Tras ese episodio, obligó a todos los que estaban allí a que desalojaran y la dejaran sola; corrió los cortinajes y se metió en la cama. Estuvo chillando hasta que perdió la voz.

Recordaba haberse limpiado con su propio camisón, ya que tras los esfuerzos había vuelto a tener hemorragias. Accedió tras una de las visitas del maestre a tomar vino del sueño, pero no consiguieron hacerla comer. Cersei se había desmayado en varias ocasiones.

Cuando oyó su nombre y alzó la cabeza al principio no le reconoció. Se encontraba en una especie de autismo que le hacía reaccionar con una lentitud inquietante. Ni siquiera sabía los días que habían pasado desde el parto.

-       Nació muerto. –Susurró con la garganta seca al descubrirle-.

La expresión vacía de sus ojos le asustó, se acercó más a ella y la obligó a beber agua. Cuando le hubo secado la boca, la guareció en sus brazos y se tumbaron en la cama.

Comenzó a besarle el cardenal con sumo celo, su piel ardía. Se avergonzó de si mismo porque al estar recostado a su lado el pensamiento que le invadió fue que no había yacido con su gemela desde la mañana de la boda de esta; durante ese periodo de tiempo a Robert le habían alumbrado dos nuevos bastardos, toda la ciudad lo sabía y se mofaba a sus espaldas.

Cogió un paño, lo introdujo en la jofaina y empezó a humedecer su cara con cuidado.

-       No te preocupes, ya estoy aquí, estoy contigo.

Ella sintió el fresco en la piel y se estremeció. Jaime abrió los lazos de su camisola para remojar también su pecho y entonces descubrió una gran cantidad de marcas, algunas aún estaban por cicatrizar. Sintió la sangre agolparse en el cerebro cuando alcanzó a comprender todo lo que debía haber pasado su hermana.

-       ¿Te ha pegado después del parto? –preguntó disimulando la ira para no excitarla-.
-       Sólo una vez. Se tenía que llevar a Rickard.

Robert había elegido ese nombre en honor al padre de su mejor amigo, a ella no le gustaba demasiado hasta que colocaron al niño en su regazo, ahí supo que ese era el nombre de su hijo.

Se aovilló en los brazos de su hermano y comenzó a mecerse sola, Jaime sintió un nudo en la garganta y la estrechó más contra si.



Continuará







Vida de una reina.

Fanfic basado en Canción de Hielo y Fuego.

Los personajes y lugares son propiedad de G.R.R.Martin.

Ropadeletras.

Julio 2013. Madrid.


6 comentarios:

Athena dijo...

Qué pena... No dejaba de ser su hijo a pesar de ser de Robert. Me ha puesto los pelos de punta su desesperación. Esperando el siguiente. Gracias por este relato.

Cristina dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Cristina dijo...

Que alguien como tú me diga eso me deja sin palabras, de verdad.

Muchas gracias.

Cristina.

Kahlan89 dijo...

Por favor...que pena :( Aquí si que da pena Cersei :( Y Jaime es un amor intentando consolarla.

Esperando el siguiente capi con ansia ^^

Cristina dijo...

Jaime es el mejor, y ella es una desgraciad por muy reina que sea. Gracias por el comentario y por leerlo!!!!!

cris xDDDD

Elora dijo...

Digo lo mismo que mis compañeras fanfiqueras, este capítulo da mucha pena y es increíble lo bien que has relatado esa desesperación que siente una madre al perder a su hijo (aunque también has conseguido que ponga cara de asco al leer eso de que lamió la sangre de las sábanas xD).

Sigue así, estoy deseando leer el siguiente.

Muaka :3