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domingo, 17 de julio de 2016

Vida de una reina. Capítulo VIII







Vida de una reina

TYRION




Exterior. Gran Septo de Baelor. Día.

Los días pasaban inexorables. Desembarco había amanecido fresco, algo que se agradecía en aquel primer año del verano. En los últimos meses, a medida que el embarazo de Cersei evolucionaba aquel calor asfixiante de la ciudad se hacía más insoportable para ella.

Mientras Tyrion se despedía con una reverencia del septón supremo ella miraba con tedio la plaza de mármol. Nunca le había gustado ese sitio. Comenzó a bajar la escalinata, Tyrion la siguió con sus cortas piernas y se colocó a su altura.

En la parte inferior, un palaquín escoltado por la guardia real les esperaba. La Reina accedió primero a él, su hermano lo hizo después; una vez acomodados dentro, la comitiva inició el retorno a la Fortaleza.

Cersei corrió las cortinas de la ventanilla y miró la impresionante edificación una última vez, las siete torres de cristal con paredes de mármol, dominaban poderosas la colina de Visenya. –Deberíamos cambiarle el nombre a esta loma –dijo la reina en voz baja- detesto a los Targaryen. Su hermano soltó una carcajada.

-       ¿Todavía albergas rencor por lo de Rhaegar? Bueno, no creo que nosotros tampoco les cayésemos muy bien, especialmente nuestro hermano.
-       Jaime sólo hizo lo que debía. No quiero oír hablar de eso.
-       Tranquila hermanita, aquí sólo estamos nosotros, no se me ocurriría decir nada que ensuciase el nombre de nuestra familia en público.

Cersei notó una patada  y se acarició la tripa para calmar al bebé, éste llevaba unos días más nervioso de lo normal. Cada vez que tenía una discusión con Robert, el niño, lo acusaba las jornadas siguientes, por eso había empezado a callarse cada vez que conocía nuevos rumores de su esposo. De igual modo el feto lo notaba. Además la ausencia de vino le hacía estar nerviosa y contrariada en numerosas ocasiones.

A su costumbre de retorcerse las manos se le había sumado la manía de clavarse las uñas en las palmas cada vez que se obligaba a fingir que no sabía de un nuevo bastardo de su marido o una andanza con alguna puta de Meñique. Llena de desprecio volvió la cabeza hacia el pequeño de los Lannister.

-       Tú lo ensucias con tus actos día a día –dijo con una sonrisa de hielo- Tus hábitos y tus borracheras son conocidas en todo Desembarco.
-       Bueno –Tyrion soltó una carcajada- nuestra familia es muy aficionada al vino –señaló su barriga- y tú no eres la más indicada para reprocharme nada, no bebes por él… por ese hijo que tan rápido concibió el Rey a su vuelta de Invernalia. Digo rápido –añadió el enano con sarcasmo- teniendo en cuenta que el primero os costó mucho más.

Apretó la mandíbula y no le contestó. Estaba segura de que Tyrion intuía algo, al fin y al cabo era su hermano y la conocía, a ella y a Jaime. La consoló pensar que era el único que sospechaba.

Cersei había escuchado reírse a las criadas de la fortaleza hablando de la hombría del rey que nada más regresar de visitar a Ned Stark había dejado a su mujer encinta; incluso corrían chanzas de cómo los venados preñaban a las leonas como a vulgares gatas. Ella se había reído más aún sabiendo que el hijo que llevaba en sus entrañas era de su mellizo y no de él. Volvió a acariciarse el vientre.

Bajaron por la calle de las hermanas y realizaron el resto del camino en silencio. Su hermano bebía mientras ella observaba la pestilente ciudad por la ventana, al llegar a la puerta del Rey, él volvió a dirigirse a ella.

-       ¿Venís al Torreón de Maegor? ¿O debemos informar de que han de dirigirnos primero a la Torre de la Espada blanca?

Cersei le miró llena de ira pero permaneció en silencio.

-       Supongo que querrás hablar a Jaime de nuestras oraciones.

Esa última mofa acabó de enfurecerla. 

-       Cierra tu sucia boca. Siempre será mejor dirigirse a esa torre que al burdel de Chataya.
-       Al menos allí no hay familia.

La pulla hizo su efecto, en cuanto pararon, Cersei bajó de la litera lo más rápido que le permitió su tripa sin dirigirse siquiera a él. Caminó hacia el castillo tratando de llevar la cabeza alta.

Ya estaba llegando al portón cuando pisó el excremento de un caballo; oyó la risa del monstruo a sus espaldas, se irguió más todavía y  apretó el paso hacia los aposentos reales, sólo quería tirar toda la ropa que llevaba puesta y que la bañaran en sus aceites; el olor comenzaba a darle arcadas.

Tyrion la persiguió. El vino le había espoleado, le hacía tener más ganas de atacar a su hermana, ella llevaba haciéndolo toda la vida. Por primera vez en mucho tiempo se sentía poderoso respecto a ella. Cuando llegaron a la entrada uno de los guardias hizo una reverencia a la reina, ella lo apartó de un empujón y entró.

A partir de ahí todo se precipitó de un modo que al pequeño de los Lannister le costaría olvidar después.

Cersei había comenzado a subir las escaleras que la conducían a sus estancias y él, él había seguido burlándose de ella y de su hijo. No supo por qué lo hizo, no pretendía hacerlo en realidad. Al ver que ella no le contestaba, la agarró del brazo para obligarla a girarse y ver su cara descompuesta. Ella tiró con intención de liberarse de su mano y entonces perdió el equilibrio.

Cuando la vio rodar por las escaleras se quedó absolutamente inmóvil, el terror lo paralizó. El minuto que tardó en reaccionar y bajar corriendo hasta su hermana fue eterno. Los escalones eran más altos que nunca, sentía una terrible sensación de que nunca podría llegar hasta ella, cuando lo hizo, se arrodilló y la tomó entre sus brazos.

-       Cersei, Cersei por favor dime algo.

Sintió pánico de que ella o su hijo pudieran morir allí por su culpa, sólo por sus deseos de venganza.

-       Cersei te lo suplico…

Apartó con cuidado el pelo de su cara, levantó la cabeza y comenzó a gritar.

-       ¡GUARDIAS! ¡GUARDIAS! ¡Por todos los dioses que alguien me ayude!

Su hermana abrió los ojos y con una mirada en la que sólo había súplica musitó.

-       Jaime, que venga Jaime.

Después se desmayó.




Continuará





Vida de una reina.

Fanfic basado en Canción de Hielo y Fuego.

Los personajes y lugares son propiedad de G.R.R.Martin

ropadeletras. Agosto 2013.






Nota de autor: 

Al comienzo de Juego de Tronos (primer libro de la saga), Joffrey Baratheon tiene 12 años y transcurre el noveno año del verano, por lo tanto, al nacer éste todavía es invierno. Aunque me tome la licencia de modificarlo para el fic, creo que debo aclararlo. Que tampoco hubiera pasado nada si no lo hubiera hecho, pero ya que lo sé, que menos que decirlo.

Muchas gracias. Hasta pronto ciberlectores.









8 comentarios:

Kahlan89 dijo...

Tyrion tan listo como siempre xD

¡ay Madre!¡Se ha caído por las escaleras! ¡Feto-Joffrey se nos mata! xDDDD

¡Me ha encantado! I need more! ^^

Cristina dijo...

¿Te ha gustado? Ay qué me muero!!!!!!!

Pobre Tyrion que disgusto se ha llevado. Sí es listo sí, jajajaja.

Muchas gracias por leerlo y por comentar. De verdad :D

Espero que pronto.

Cristina

Unknown dijo...

Ay dios mio!
Por que....

Que fuerte D:
No me gusta nada este enano! :(

Athena dijo...

La verdad es que Tyrion es un borde, pero ella lo ha tratado tan mal siempre que... De todas formas, este fic nos hace apreciar a Cersei, que no lo tuvo nada fácil. A ver cómo sale del accidente. No tardes en publicar :3

Y nombras a mi Petyr e.e Muchas gracias guapa.

Cristina dijo...

Te lo dije Weny, te lo dije jajajaja.

Espero que te haya gustado.

Gracias por leerlo y comentar!!!!

cristina ;)

Cristina dijo...

Tyrion sólo quería devolver un poco de lo que le han hecho; no hay maldad en su acto, sólo una cagada.

Ya veremos cómo sale de esta.

Espero que las musas no se vayan. MUCHAS GRACIAS por leerlo y por tu comentario.

Meñique ha de estar :3

Cristina ;)

Elora dijo...

Es curioso porque Tyrion casi nunca hace las cosas con maldad, sí con bordería y sarcasmo, pero no con tanta maldad como por ejemplo su hermana.

En cambio, todo le sale mal, y lo que solo era una broma para sacar de quicio a Cersei ha terminado en un accidente. Vaya tela...

¡Ah! Y eso de que solo sea Tyrion el que sospecha... por ahí anda cierto padre con patillas rubias que les vio besándose... yo no digo nada xD

Cristina dijo...

Jajajajaja. ¡Es verdad! Se me había olvidado que ese también tiene que sospechar, cachis, jajajaja ;)

No tiene maldad ninguna, ha sido sin querer... La suerte del enano.

Muchas gracias por leerlo y por tu comentario.

Un besote, bella dama.

Cristina ;)