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viernes, 4 de enero de 2013

Jaime y Sansa. Capítulo X













La Reina

Interior estancias Sansa. Noche cerrada. Arde un débil fuego.
Giró sobre si misma para aun sin levantarse, poder mirar por los ventanales de arcos ojivales, las vidrieras se encontraban abiertas, los cortinajes de terciopelo granate caían pesados a los lados. Debía ser la que Lord Tywin llamaba la hora del lobo, la más oscura de toda la noche, cuando todos los secretos se podían guardar. Tenía su pañuelo, arrugado en la mano.
Hundió la nariz entre los almohadones y sonrió, todavía persistía el aroma de sus cuerpos, se olió los brazos, allí también estaba. Jaime acababa de marcharse, en su piel,  permanecían los restos de su sudor y en su interior, su semilla. Ella jamás llegó a pensar siquiera que se pudiese estar tan enamorada de alguien como para yacer con él sin haber pronunciado ningún tipo de voto matrimonial, eso no ocurría ni en las canciones, ni en las historias de la Vieja Tata; pero en verdad, le daba igual. Lo único que era cierto en su vida era él y cuando le tenía cerca, el resto del mundo no existía. No quiso pensar que a lo mejor, en verdad ya no tenía más mundo fuera de Desembarco del Rey.
Hacía varios días desde su primera vez y habían vuelto a verse en muchas ocasiones desde entonces, se buscaban tras columnas, en los aposentos de él en la torre de la Espada, incluso en la Sala del Trono.. El Lord Comandante, la visitaba todas las noches desde aquella mañana en el Bosque de los Dioses y durante las horas que compartía con ella, era capaz de tomarla varias veces y transportarla más alla de cualquier placer que hubiera podido soñar que existiese. Después, sosteniéndola en sus brazos, esperaba a que ella se durmiera contándole historias de dragones y Reyes antiguos; sólo entonces se marchaba. Algunas veces Sansa se fingía dormida, como había ocurrido hoy, para que él se pudiera ir con libertad. Luego, le pensaba y no era capaz de conciliar el sueño hasta que rompía la mañana.
 Al principio de esos encuentros, se había mostrado torpe al amarle, asustada como los ciervos que abatían su padre y sus hermanos allá en Invernalia.. Pero poco a poco, estaba aprendiendo a satisfacerle, lo notaba. Se hacía mayor, tenía más de 14 días del nombre ya... Que lejos quedaba su casa y su pasado en ese momento. Se negó a enfrentarse a ello.
Como los Dioses Antiguos la habían traído al mundo, se acurrucó sobre si misma olisqueándose otra vez. Las puertas se abrieron en ese instante. Levantó la nariz y se volvió.
Sin mediar palabra la Reina se dirigió hacia ella, la escoltaban una Doncella, que era la que custodiaba su puerta y no se atrevió a mirarla y también dos Guardias Reales. La destapó dejándola desnuda a la vista de todos.
“- Ahora te exhibes guarra” dijo mientras Sansa trataba de cubrirse. De un tirón violento le arrancó las pieles con las que se protegía y las lanzó al suelo rajadas e inservibles. Cersei olfateó su cuello y sus pechos, le clavó las uñas en uno de ellos hasta hacerle heridas y le soltó un primer golpe. La mejilla de la pequeña empezó a palpitar e hincharse, un hilo de sangre salió de su boca. Sin previo aviso la abrió de piernas, introdujo de manera brusca dos dedos en su sexo y los acercó a su nariz. La pelirroja tardó un segundo en comprender lo que Cersei buscaba. Volvió a abofetearla mirándola con desprecio “- Espero que al menos haya tenido la suficiente cabeza para daros té de la luna”. No tuvo tiempo de taparse la cara. Los puñetazos empezaron a caerle por todas partes. Los Capas y la doncella que acompañaban a la Reina, tuvieron la cortesía de hacer que no estaban allí.
Cuando la agarró del pelo y la tiró al suelo, notó un dolor sordo en las rodillas y sintió que se la despellejaban… “- Puta, puta, puta” repetía mientras la sacaba de allí arrastrándola. Su pañuelo, el que Jaime la cogió en las clases de bordado, quedó tendido junto al lecho.
Mientras recorrían los corredores, el frío, el miedo y la vergüenza le impedían reaccionar “- ¿Dónde la llevaba?” “- ¿Qué la iba a hacer?”… su cabeza iba a toda velocidad. Sus pensamientos  palpitaban junto al siseo del vestido de Cersei al caminar “- No quise escuchar, no quise creer… No era posible… Jaime… No teníais bastante con que vuestro padre y vuestro hermano fueran traidores, además teníais que llevar la deshonra a vuestra familia al aparearos como una vulgar ramera” escupía odio al hablar. Ella no se atrevía a negarlo “- ¿Dónde me lleváis alteza?” dijo con un hilo de voz la muchacha. “- A ver al Rey Sansa; a verle y a hablar con él”. Ella rompió a llorar al recibir una nueva patada en las costillas.
Continuará
Fanfic Jaime y Sansa
Personajes propiedad de G.RR.Martin
Cristina ropadeletras
Enero 2013


3 comentarios:

Athena dijo...

¡No había leído el de "El Roble"! Ya decía yo que todo había ido demasiado rápido. Ahora ya me cuadra, aunque a Sansa no le puede pasar nada bueno con Cersei descubriendo su secreto...

Cristina dijo...

Gracias por comentarlo, gracias por leerlo, gracias por todo.

El de "El Roble", me costó mucho escribirlo, por él nació el blog y al final ha sido un handicap. En fin, ahí está.

un beso grande.

Cristina

Cristina dijo...

el blog no... El fan fic...