El universo conspira a tu favor

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lunes, 7 de marzo de 2016

Microcuento y microrelato

(Ilustración by Elena Idígoras)





Caminaba de forma lenta por el centro de las escaleras mecánicas mirando la pantalla de su Samsung mientras el metro timbraba avisando de su partida en el andén. Nunca a derecha ni a izquierda, siempre por el medio.
Un día la empujaron y se mató. Echaron la culpa a unos skinheads porque a alguien había que culpar y porque los grabaron con las cámaras. Pero el inconsciente colectivo, sabía que había sido el karma.

Fin.



El señor que se tragaba la caca

Volvió a mirar a ambos lados del pasillo aguzando el oído, nada, ni un ruido salvo los leves ronquidos de su madre que se había vuelto a quedar traspuesta en el sofá con un cigarrillo encendido en la mano y un vaso de ginebra sobre la mesita, -siempre igual- pensó arrugando la nariz mientras chasqueaba la lengua igual que le había visto hacer a la señora Dolores cuando algo no la gustaba.
Recorrió con su manita regordeta la manzana roja y la apretó para llenarse de decisión. Con rápidos pasos se puso ante la loza blanca y susurró -tranquilo, te voy a dar comida-. Sacó la pieza de fruta del bolsillo de su bata sucia por el descuido de meses sin ver el tambor de la lavadora y la lanzó jugando a encestar dentro de la taza del váter. - Ten. Espero que te guste- dijo de forma apenas audible, -nadie debería vivir de comer caca-. Una carcajada feliz inundó el baño mientras tiraba de la cadena.
Unos segundos después comprendió que algo había salido mal. Al señor de la caca no le debían gustar las manzanas como ella creía porque no se la había tragado, la tenía atascada y el agua comenzaba a subir de forma alarmante por el retrete.
Miró asustada hacía la puerta esperando que el peligro, con la forma de su madre recién despertada, apareciese. Cuando el agua azul mojó sus pies descalzos echó a correr aventurando que su culo, como tantas otras veces, ya lo pagaría.

Fin.

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