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martes, 15 de marzo de 2016

Pan


Ayer nos encontramos un perro en la calle, se había perdido, se llamaba Pan, pero eso lo supimos después, mientras tanto le pusimos Roro.

Todo comenzó cuando llegué al curro antes de que Karen cerrase para hablar un rato de la planificación de la semana y de nuestras cosas; entonces, a las 14:26, cundo ya íbamos a bajar la persiana porque la calle estaba vacía, apareció uno con un perrete y pensamos -"se jodió el cierre"-. El caso es que al final no era un cliente sino un vecino que se había encontrado a un perro. Allí se empezó a acercar gente (solos, con otros perros); le hicimos fotos, las subimos a todas partes... Inciso, yo lo he publiqué en Twitter que es donde más funciono y pedí algo que nunca pido, un "por favor RT"; y ni uno, me sentó fatal, no es que hubiera mucho tráfico en twitter, y sólo estuvo publicada como veinte minutos hasta que encontramos a la dueña, pero, NI UN RT, me ofendí mogollón, y hasta me sentí súper poco querida, no importa, una gilipollez mía sin criterio; luego se me pasó. En Facebook no me dio tiempo, pero el chaval que lo traía lo puso en varias asociaciones; el tiene un Staffordshire rescatado y adoptado.

Ahora que lo pienso, la que hemos liado con el perro; pero da igual, yo quería "salvarlo", lo necesitaba; veo tanto en todas partes, animales, gentes, y no puedo más, y no puedo con todo, y me ahogo de ver y no poder solucionar; que luego me digo sola -"mentirosa, sí puedes más, siempre se puede más; tienes de todo a todos los niveles y algo más podrías hacer seguro, es que vives en tu burbuja, ¡EGOISTA!"-. Acabo exhausta a diario.

Lo que sí es verdad es que no puedo adoptar todos los perros y gatos que veo con necesidad; por eso al ver a ese podenco de pelo duro, con lo que me gustan además, me dije -"yo a este lo salvo por mis santos cojones"-. Ese perro en ese momento representaba todo lo que no puedo ni voy a poder auxiliar a diario.

Continúo, esta última reflexión era por lo de los rt, quizá por eso me ha afectado, da igual.

El caso es que echamos el cierre a las 15:00h. El vecino que lo había encontrado ya le había bajado agua y comida, mientras nosotros sacábamos de los defectuosos un pañuelo para hacerle una correa por si se asustaba y pretendía escaparse.

Karen, el vecino y yo, nos fuimos al veterinario que hay en la calle Manuela Malasaña, donde 'Zapatelas', y le miraron si tenía chip, lo tenía; entonces llamaron a la dueña.

Sentada en el suelo de ese veterinario, esperando con Karen y Saul (ya me sé el nombre del vecino), fui feliz, de forma completa.

Al final, nos despedimos de Pan y nos fuimos a celebrarlo. El pañuelo queda guardado en el almacén por si se vuelve a necesitar.




Fin.

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