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lunes, 31 de diciembre de 2012

Jaime y Sansa. Capítulo IX



El Roble
Amanece en el Bosque de Dioses de Desembarco del Rey. La bruma lo envuelve todo.
Los círculos que dibujaban sus zapatillas, se quedaban marcados de forma delicada en la arena. Los modificaba con la punta una y otra vez desde hacía un buen rato. La pequeña Loba, estaba sentada a los pies del árbol corazón de la Fortaleza Roja. Era un roble, no un Arciano como los de Invernalia, pero para rogar valía de sobra; o eso se obligaba a creer.
La Fortaleza entera se encontraba preparando las comidas y recepciones, que festejarían el comienzo de las justas, que iban a celebrarse en la Capital de los 7 Reinos. Había conseguido escaparse a rezar, porque esos días nadie se preocupaba por ella; todos tenían obligaciones que atender. Lo que era mejor, porque así podía respirar tranquila.
Había hablado con el árbol con solemne sinceridad, sobre sus anhelos, y se había vuelto a lamentar por haber confiado en Cersei. Se cubrió la cabeza con la capa. La hundió entre las rodillas, se meció a si misma abrazándose las piernas y lloró en silencio.
Jaime no sabía muy bien que le había conducido al bosque a esas horas de la mañana. Ni siquiera rezaba a los Dioses Antiguos, en realidad, hacía mucho que ya no rezaba a ninguno "Los Dioses nos abandonaron en el comienzo de la Edad de los hombres" -pensaba-. Sus pies aplastaban las hojas al caminar y de un modo extraño, aquello le relajaba.
La vió de lejos, estaba acurrucada contra el tronco del centenario roble, se acercó a ella sin pensarlo siquiera. El corazón se le aceleró.
"- Lady Sansa" le hizo una caballerosa reverencia.
"- Ser Jaime" sonrió y el rostro se le iluminó como se ilumina el firmamento con las lluvias de estrellas..
El Lannister se arrodilló junto a la Stark y le apartó el pelo de la cara, aprovechando para acariciar su mejilla con dos dedos, ella se estremeció al leve contacto, sin poder apartar sus ojos de los de él.
"- ¿Qué hacéis aquí sola y llorando?" La limpió las lágrimas con la mano.
"- No lloraba, he venido a rezar" -mintió- No quería contarle ni a él ni a nadie los miedos que la acechaban, las penas que le llenaban el alma. Y en realidad, mucho menos a él. A él sólo quería tenerle cerca.
"- Jajaja. ¿Por qué siempre tratáis de engañarme Sansita? ¿No os dais cuenta de que no podéis?" se sentó a su lado sin reprimir las carcajadas y ella rió con él.
"- No quiero mentiros en verdad, pero es que me sale sólo. Yo.. Rezaba por mi hermano -reconoció- , pero no se lo digais a la Reina por favor" Bajó la mirada al suelo y de nuevo dibujó con la punta del pie sobre la tierra. La ausencia total de malicia hacía más entrañable su confesión.
"- No lo haré preciosa. Te doy mi palabra de honor". Se quedó mirándola y le echó la capucha hacia atrás.

"- ¿Palabra de Guardián de Occidente?" Hizo una cruz con los dedos, la besó y la llevó a los labios del Capa Blanca. Él imitó el gesto "- Palabra de Guar.. jajaja. Palabra, de verdad"
Los dos oyeron los pasos a la vez. Jaime le indicó que actuara con sigilo, la tomó de la mano y la escondió divertido con él tras un grupo de árboles mientras el sonido se alejaba. Aún un rato después de que se apagara cualquier ruido, él no la había soltado de su abrazo. Sansa le miró y se alzó de puntillas, para acariciar su pelo, su frente, sus labios; se acercó más a él y por primera vez tuvo la iniciativa de besarle en vez de ser besada. Lo hizo muchas veces. Torpe y sin práctica, mimó cada una de las zonas que rozaban sus labios. "- No escapamos todo el rato Ser" se tapó la boca al sonreír.
Jaime correspondió a las risas y los besos, primero con cariño, después con pasión. Tumbó a la pelirroja entre las hojas y se tendió encima de ella. "- Sansa, me turbas, me vuelves loco... Soy incapaz de controlarme cuando estoy a tu lado, por las noches, sueños con tus labios, tus perfectos labios" Se los mordisqueó, mientras a ambos se les aceleraba la respiración. Le abrió con celo la parte de arriba del vestido y comenzó a besar su cuello y su pecho, blanco, pequeño y suave.
Algo dentro, le decía que parase, que no debía hacer aquello, pero no estaba dispuesto a escuchar esa voz interior, no al menos, en ese momento.
Sansa emitió un pequeño jadeo al notar sus labios sobre su piel y echó la cabeza ligeramente hacia atrás. No debía estar allí, con un hombre, que no era su esposo y además, era enemigo de su sangre, pero no se hubiera marchado por nada del mundo.
Cuando él, subió su vestido y empezó a acariciarle los muslos, ella solo se abrazó a él sin pensar.
El Comandante de la Guardia Real le agarró con suavidad las extremidades y se acomodó entre ellas. Se obligó a detenerse un segundo: "- ¿Quieres que paremos ahora Sansa? porque si sigo, ya no voy a ser capaz de hacerlo" besó sus párpados con cuidado. "- Yo no quiero parar -susurró ella con tono asustado- pero.. Suave ¿vale?" . "- Te lo prometo, mi amor" No hizo falta más. Él, la besó de nuevo con ternura y se olvidó de todo lo demás. "- Jaime..." musitó la Norteña.
Las alondras les acompañaron, entonando cánticos celestiales por haber sobrevivido a la noche. Con ellas, también estaban escoltando su encuentro, unos ojos escondidos..
Continuará
...
Fanfic Jaime y Sansa
personajes propiedad de G.RR. Martin
Cristina ropadeletras
Diciembre 2012



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