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sábado, 29 de junio de 2013

Vida de una Reina. Capítulo II









Vida de una Reina

La noticia


Int. Estancias Cersei y Robert. La Fortaleza. Día.

Volvió a colocarse de perfil para verse una vez más, pegó a su cuerpo la tela de su vestido allá donde nacía una incipiente barriga, la sujetó desde arriba y abajo con ambas manos y sin poder evitarlo sonrió.  Acariciándose la tripa se volvió y miró en derredor sus estancias, era muy probable que ese fuese el primer recuerdo completamente feliz que albergaba de aquel lugar.

Se dirigió hacia la puerta, al abrirla encontró a los dos capas doradas que la escoltaban a todas partes, ninguno de ellos era Jaime. Prácticamente no se habían visto desde la mañana posterior a su boda con Robert. Hacía más de un mes.

Cuando ella estiró los brazos hacia él su hermano se había acercado a ella y la había abrazado como si fuera una niña pequeña, besó su pelo en silencio y se lo acarició mientras ella lloraba sin consuelo. En sus ojos se veía la ira y el odio que Robert le provocaba, deseaba volver a ser “el Matarreyes” – había susurrado en su oído al acunarla-, acabar con ese gordo desgraciado y llevársela lejos de allí, pero fue lo único que dijo, no fue capaz de más, las horas que estuvo a su lado fueron mudas, después, cuando ya atardecía, Jaime se marchó sin decirle una sola palabra de despedida, sólo hubo un beso. Ella se quedó llorando en la penumbra hasta que apareció su esposo de madrugada, entonces se fingió dormida, lo que no fue obstáculo para que el Rey hiciera uso del matrimonio, borracho y llamándola Lyanna. Ella, inerte como una muñeca, ya no acusó ese golpe.

Desde aquel día Jaime se pasaba jornada tras jornada practicando con la espada, o en cualquier misión que requiriese a la Guardia Real, como si no hubiera otros seis que se pudieran ocupar, y cuando no era así, sus horas discurrían encerrado en la Torre de la Espada Blanca. Por eso esta mañana se dirigía allí, tenía que hablar con él quisiese su mellizo o no.

Cuando llegaron a las puertas del edificio pegado a la muralla de la Fortaleza Roja los hermanos juramentados que la acompañaban se miraron entre si.

-          Alteza –Titubeó uno de ellos.

Cersei se paró en seco, volvió la cabeza con lentitud y le miró a los ojos, peligrosa. Los guardias volvieron a mirarse entre ellos y con un leve gesto de esos que se hace la gente que ha vivido mucho junta decidieron desentenderse de la situación.

-          Que… ¿Que si necesitáis que se os anuncie?
      Ya me anuncio yo –dijo mientras giraba sobre si misma y atravesaba los portones de la edificación-.

Cersei llamó a la puerta de la estancia de su hermano mientras abría sin esperar respuesta, estaba demasiado nerviosa para pensar con claridad. Lo encontró mirando hacia la bahía por los ventanales. Su sencilla celda aun estando en los pisos inferiores de la torre tenía bastante luz. Jaime giró al oír su entrada y se quedó mirándola, Cersei resplandecía como jamás la había visto hacerlo –pensó-. Ella le observó y le vio más hermoso que nunca. Su pelo dorado brillaba bajo el sol y sus ojos azul profundo, rozando el negro, se veían más espectaculares todavía.

-         Hola, Jaime.
-          Hola, Cersei.

Ella se quedó clavada en el sitio, quería correr a abrazarle, estrecharse contra él, pero no sabía si debía, si él lo deseaba como ella. Decidió ser prudente.

-          Necesito hablar contigo.
-          Claro, siéntate. – Señaló unas sencillas sillas de cuero junto a la mesa y se dirigió hacia ellas-.
-          Bien, sí. – Cersei lo imitó y se sentó con cuidado, comenzando a retorcerse los nudillos-.

Cuando Jaime vio a su hermana hacer ese gesto supo que no le iba a gustar lo que fuese que ella tuviera que contarle. Si de pequeña lo hacía en la Roca antes de decirle algo, él solía acabar llorando.

-          ¿Quieres tomar algo? ¿un vaso de vino quizás? –ofreció el guardia real por romper la tensión que crecía por momentos en la estancia-.
-           ¿Vino? Eh, no, no tengo sed. –Clavó la vista en los pies mientras negaba con la cabeza-.

Jaime asintió y la invitó a  hablarle. Ella lo hizo.

-       Yo, yo tengo que contarte… Pero, es… Porque he dudado y aún no se lo he dicho a nadie, pero antes o después se sabrá… Y… Y quería que tú lo supieras por mi –alzó los ojos buscando algún tipo de aprobación para continuar, pero Jaime no movió un músculo. Bajó la mirada de nuevo a sus dedos enrojecidos ya de ser retorcidos y prosiguió-. Pen-pensé en tirarme por las escaleras cuando me enteré para perderlo – Sacudió la cabeza y con ella su larga melena dorada. Notó como las piernas de su hermano se ponían rígidas y no pudo alzar la cabeza de nuevo- pero luego pensé mejor y supuse que él volvería a intentarlo para conseguir un heredero legítimo y últimamente parece que ya se está aburriendo de mi. Me deja “tranquila” más noches Y… Y el bebé también es mío, Jaime, y no tiene la culpa de nada… Y yo ya le quiero – Ahora sí, levantó la cabeza y buscó los ojos de él-, a lo mejor es rubio.

Él suspiró en silencio, la miraba de una manera indescifrable, cuando Cersei no pudo más le imploró “- Dime algo Jaime, no me castigues así”. Permaneció un rato aún inmóvil y callado, por fin, se levantó frotándose la cara con ambas manos y le tendió una a su gemela, ella sonrió un poco más tranquila y la tomó. Se dirigieron a la ventana y Jaime se acomodó con ella en el alfeizar, abrazó a Cersei desde la espalda y la colocó entre sus piernas, ella recostó la nuca en su pecho. Estaba en casa.

-          Cualquier día mato a ese cabrón y te secuestro, te lo aviso, hermanita. Y nos podemos llevar a ese pequeño bastardo que llevas dentro si lo deseas. –dijo besando su coronilla y colocando la mano con cuidado sobre su barriga-.

Cersei sonrió ante las cosquillas que le produjo su mano, volvió la cara hacia la de su hermano, la tomó con ambas manos y se acercó a besarle; cuando tenía sus labios pegados a los de él y comenzaba a buscar su lengua, la puerta se abrió con sigilo para dar paso a Lord Tywin Lannister que esperó silencioso a que sus hijos se percataran de su presencia.

Continuará
...




Vida de una Reina.
Fanfic basado en Canción de Hielo y Fuego
Los presonajes y lugares son propiedad de G.R.R.Martin
ropadeletras. Junio 2013

8 comentarios:

Athena dijo...

¡Esperando al siguiente, a ver qué dice Tywin de lo que ha presenciado! Puede ser antológico.

Cristina dijo...

Muchas gracias jajaja, no tengo muy seguro qué ocurrirá, tengo una idea pero no sé seguro.
Gracias por leerlo y por comentar.

Un beso.

Cris xD

Elora dijo...

Deseando ver lo que ocurre con Tywin en el siguiente capítulo!

Esther dijo...

Noooooo mi Tywin viendo un beso entre sus hijos! Ese hombre no se lo merece; en fin, centrémonos en la historia que el fangirlismo me puede, que mal que esta mujer no sepa de quien es el niño no? Por lo que conocemos lo lógico es que sea de Jaime, pero claro si hacemos caso a HBO, sera de Robert, ain! Mejor dejaré de especular... Siguiente capítulo ya!!!

Cristina dijo...

Tywin está al borde de la embolia jajaja, el hombre el percal que tiene en casa. Mil gracias Elora.

Cristina ;)

Cristina dijo...

Estheruqui que sí sabe de quién es el niño, es de Robert, desde el día de antes de su boda no ha vuelto a tener relaciones íntimas con Jaime. Ya las tendrá; pero le daba cosa contarle que estaba embarazada precisamente de otro.

En el libro también habla con Cat de ese primer hijo ¿no? ains que se me mezcla ya lo leído con lo visto, jajaja.

Gracias por leer y comentar ;)

Cristina

Kahlan89 dijo...

¡¡Ostras!! Muerta me he quedado cuando Tywin aparece ¡¡Madre mía!! ¡¡Se lía parda!!

Voy corriendo a por el siguiente ^^

Pd: Jaime mi amor ashdkajhsdkjahsdkahdkahdhkad

Cristina dijo...

Jaime aghsgfadsgfhdgjññgsfds y <3 <3 <3.

Gracias por leerlo y por el comentario. Muak

Cristina xD